Restaurar el Teatro Emperador: 19 años de 'vodevil'
El Ministerio de Cultura prometió hace dos años rehabilitar el interior del edificio leonés, pero desde entonces el proyecto sigue en «fase cero»

El 31 de este mes se cumplen 19 años del cierre del Teatro Emperador, que sigue esperando una restauración.
Parece el argumento de un vodevil. El Teatro Emperador duerme «el sueño de los justos» en un cajón del Ministerio de Cultura. Hace dos años el Ministerio de Transportes y el de Cultura acordaron destinar el 2% cultural a la rehabilitación interior del teatro leonés, incluidas las cubiertas, el escenario, el foso de orquesta y el mobiliario. Nada se ha sabido desde entonces de este proyecto y su licitación, tras varios aplazamientos. El arquitecto leonés Alejandro Conty, presidente de la Asociación Nacional de Amigos de los Teatros Históricos de España (Amithe), que ha auspiciado protestas y gestionado reuniones con Cultura para conseguir la rehabilitación del Emperador, acaba de averiguar que el proyecto «está en fase cero». «No se ha hecho nada».
Este mes se cumplen 19 años de abandono. El 31 de octubre de 2006 el teatro leonés bajó el telón con la proyección de la película Cinema Paradiso. El Gobierno de Zapatero quería convertirlo en sede de las Músicas Históricas y Rajoy lo sacó a subasta dos veces sin éxito. Hay una generación de leoneses, menores de 20 años, que nunca han visto el Emperador por dentro.
La Unión del Pueblo Leonés (UPL) afeó ayer en un comunicado que «el Ministerio de Cultura sigue, desde el año 2006 y, por tanto, con gobiernos de PP y PSOE, con sus incumplimientos con la partida presupuestaria necesaria para acometer las obras de acondicionamiento del Teatro Emperador, para su posterior cesión al Ayuntamiento de León, dado que ha desechado cualquier uso estatal del teatro». UPL exige al gobierno «que deje de tomar el pelo a los leoneses».
La única reforma que ha sufrido el inmueble desde su cierre fue en el exterior, tras el «ultimátum» del Ayuntamiento al ministerio, ante el riesgo de desprendimiento de las cornisas y otros elementos ornamentales de las fachadas. Fue en 2013 y en esas obras se retiró el mítico letrero rojo del Emperador de la puerta de entrada.
Ante la ineficacia administrativa, Amithe y la asociación Amigos del Teatro Emperador recogieron firmas para exigir la restauración del edificio inaugurado en septiembre de 1951 y diseñado por Manuel y Gonzalo de Cárdenas y Francisco J. Sanz. También organizaron protestas y dirigieron escritos al Defensor del Pueblo y al Ministerio de Cultura.
Además, Amithe elaboró un estudio sobre la situación del edificio, costes de la restauración y soluciones para su gestión. El Ayuntamiento persigue desde hace años que el teatro sea municipal, pero que la restauración la sufrague el Ministerio de Cultura, que lo compró en 2007 —cuando llevaba 180 días cerrado— por cuatro millones y medio de euros.
Proyectos desperdiciados
Después se convocó un concurso de ideas para una reforma que sigue pendiente. Quince proyectos para salvar el Teatro Emperador nunca vieron la luz. Fueron encargados a algunos de los mejores estudios de arquitectura del país. Varios los exhiben aún en sus webs. Ofrecen soluciones originales, como salas de audiciones en el sótano o llamativas cubiertas. Diseños que suponían grandes intervenciones en el edificio erigido y superaban los nueve millones de euros; los más «modestos» defendían mantener los elementos ornamentales significativos del teatro, incluidas las butacas. El conocido Peridis, ganador del concurso, nunca mostró los bocetos de su proyecto, en protesta porque no le pagaron.
El Emperador se construyó sin escatimar lujos, como la gran araña de cristal de roca que cuelga del techo y pesa una tonelada y media o la alfombra con el escudo bordado de la empresa Elde y pasadores dorados sobre la majestuosa escalinata que conduce al segundo piso, así como los asientos de terciopelo rojo, cuya última restauración costó 40.000 pesetas por butaca. Fue un proyecto tan colosal que los promotores se arruinaron antes de concluir el edificio. La constructora Gargallo lo compró para pasar a los pocos meses a manos de la Elde (Empresa Leonesa de Espectáculos), que llegó a tener otras nueve salas en la ciudad. Con capacidad para 1.300 espectadores, alzó el telón con la revista Sueños de Viena.