Diario de León

En los tejados de la Catedral hay centenares de tejas rotas y removidas que dejan filtrar la lluvia y el óxido avanza sobre las vidrieras mientras la Junta lleva tres años sin invertir ni un sólo euro

Un mendigo de piedra

León

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La Catedral es un mendigo de piedra. Su imponente armazón se descompone lenta e inexorablemente. El tejado, totalmente renovado tras ser devorado por las llamas en mayo de 1966, es ahora un gigantesco harapo. Cientos de tejas resquebrajadas y desencajadas dejan filtrarse el agua sin oponer la menor resistencia a la lluvia. Maderas podridas, piedras caídas y desgastadas confieren un paisaje desolador a la cubierta del templo gótico. Las temibles cigüeñas han vuelto a recuperar un espacio perdido hace años, cuando tras una ardua campaña se consiguió salvar los pináculos de sus pesados nidos. En algunas oquedades, cientos de pájaros y palomas han encontrado también un confortable habitáculo, como demuestran los numerosos restos de excrementos y plumas que recubren techumbres, paredes y las empinadas escaleras de acceso a las torres -donde algún «transeúnte» ha dejado marcadas sus iniciales J.C.S.M.-. Hongos, líquenes, suciedad y contaminación se adhieren como una enfermedad virulenta a la epidermis de la Catedral, aquejada de otros males endémicos. Pese al desolador diagnóstico, detectable a simple vista, la seo leonesa lleva tres años sin recibir ni un sólo euro; según el consejero de Cultura, Tomás Villanueva, por problemas jurídicos y, presuntamente, unas tensas relaciones entre la Junta y el Cabildo. El gobierno regional insiste en que ya ha cumplido gran parte del Plan Director de la Catedral, con una inversión superior a los seis millones de euros. Sin embargo, el templo levantado en el siglo XIII sobre unas termas romanas exige cuidados constantes. Según algunas fuentes, sólo el mantenimiento del edificio, sin entrar en grandes proyectos, supone 120.000 euros y otros 60.000 en sueldos. Desde 1993 la Catedral ha absorbido cerca de mil millones de pesetas, invertidos en sus dos torres, los retablos y las vidrieras. El apoyo ciudadano, canalizado a través de la campaña Salvemos la Catedral, apenas ha sido una gota de agua. La Junta aprobaba en primavera una partida 324.546 euros para reabrir el Taller de Vidrieras y reparaciones urgentes. Pero este balón de oxígeno continúa sin llegar.

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