Diario de León

Rebelde y polémico, alternó la escultura con la crítica, el ensayo y la poesía

Fallece a los 94 años Oteiza, el patriarca del arte vasco

Jorge Oteiza en una de sus últimas apariciones en público

Jorge Oteiza en una de sus últimas apariciones en público

Publicado por
Miguel Lorenci - MADRID.
León

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El escultor Jorge Oteiza, gran moldeador del vacío, murió ayer en San Sebastián a los 94 años. Fue, junto con Eduardo Chillida, fallecido en agosto del 2002, el máximo exponente de la escultura contemporánea española. Su importancia como artista, con un amplio reconocimiento internacional, quedó a veces ensombrecida por un áspero carácter que alimentó sucesivas polémicas en varios ámbitos. Insumiso, directo, gruñón y sin pelos en la lengua, sabio y paradójico, Oteiza se definía a sí mismo como «un obrero metafísico». Poeta, ensayista, teórico e inagotable polemista, Oteiza estaba considerado el patriarca del arte vasco contemporáneo. En los últimos años su «mala salud de hierro» jugó a Jorge Oteiza varias malas pasadas. La pelea con Chillida Con un marcapasos desde hacía tiempo, fue ingresado a causa de varios procesos neumónicos y de una fractura de cadera, que le obligó a pasar los últimos meses postrado primero en su domicilio y después en una clínica de San Sebastián, en la que permanecía ingresado desde finales de enero pasado. De espíritu rebelde e indómito, sus frecuentes polémicas y enfrentamientos con instituciones y artistas le convirtieron en un personaje incómodo y de difícil trato. Mantuvo con Eduardo Chillida un estéril enfrentamiento en el que se cruzaron acusaciones de plagio que no se resolverían hasta 1997. Junto a su extensa obra, que como la de Chillida tuvo una notable aceptación internacional, desarrolló una importante labor como poeta, teórico y crítico. Fueron ambos los grandes descubridores y poetas del vacío, todo un hallazgo para la escultura contemporánea. «Los tres caminos de salvación espiritual son la filosofía, la religión y el arte», escribía el propio Oteiza en su ensayo Quosque tandem...!, interpretación estética del alma vasca, y sobre los tres incidió en su aventura vital y creadora. «Son la tres disciplinas de las relaciones del hombre con Dios, que se mezclan y conjugan en nuestro corazón, pero que técnicamente son distintas e independientes». Su palmarés estaba cuajado de importantes galardones, como Gran Premio de Escultura de la IV bienal de Sao Paulo o el premio Príncipe de Asturias de las Artes que recibía en 1998. «La obra de cada uno es para librarse de la muerte, pero la muerte es la que te cura de la vida», solía decir este revolucionario creador par quien «el arte y la escultura buscan hacer hombres mejores». Nacido el 21 de octubre de 1908 en la localidad guipuzcoana de Orio, Jorge Oteiza Enbil aseguró siempre que sus anhelos artísticos se fraguaron al la playa de su ciudad. Inició en San Sebastián estudios de Medicina que abandonó pronto. Su verdadero deseo hubiera sido cursar arquitectura. La ruina de su padre, que regentaba un hotel, le impediría seguir sus estudios. Oteiza, que en la facultad de Medicina concibe su peculiar «biología del espacio», se dio a conocer como artista en los años previos a la Guerra Civil, como activo miembro de una incipiente la vanguardia vasca. Su trabajo inicial apuntaba a un expresionismo que desvelaba ya un notable sentido del volumen. Sólo pasó tres meses en la escuela de Artes y Oficios. Sus primeras esculturas datan de 1926. En 1931 recibía su primer premio.

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