Diario de León

FERIA DE SAN ISIDRO

El Juli pudo con todo

El diestro El Juli entrando a matar a uno de sus toros en la plaza de Las Ventas

El diestro El Juli entrando a matar a uno de sus toros en la plaza de Las Ventas

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Barquerito - MADRID.
León

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El Juli pudo con todo. En primer lugar, con seis toros de distintos hierros, muy armados y de muy diversa condición. Con los seis pudo más que bien. Sin sufrir. Más que con los toros, con lo que El Juli tuvo de verdad que poder fue con un contrambiente creado en torno a él. Un ambiente a la contra que se dejó sentir desde el primer toro. Gente de berza y clavel. Las dos cosas. Una minoría dispuesta a romperle los nervios a El Juli. Ya con el cuarto de corrida El Juli, increíblemente dueño de sí mismo, empezó a romper el hielo. Con el quinto convenció probablemente hasta al más acre de sus detractores. Y cerró festejo con ese aire superior e indefinible que tienen las auténticas figuras del toreo. El palco, muy poco propicio, puso su granito de arena para que El Juli no saliera por la puerta grande. Pero fue incuestionable el éxito de la empresa. Muy serio, cárdeno, ojalado, hondo, cabeza chica, honda caja, dos pitones, el pablorromero que abrió fue bondadoso, pronto y alegre, pero, ay, de justito equilibrio, perdió demasiado las manos al venirse con nobleza. Humillada embestida. El Juli, calmoso, sereno y natural, que fueron tres de sus muchas armas, lo pasó con paciencia por las dos manos. Los de pecho tuvieron gran compás. Toro bien traído y bien toreado. Por la flojera, contó poco. Y la primera estocada espléndida de la serie. Devuelto precipitadamente el segundo, muy cuajado, de Alcurrucén, se corrió turno. Saltó uno de Jandilla, bastito, alto de agujas, de ancha cuna, que escarbó antes y después del caballo, y antes y después de banderillas. Sosón pero de embestida destartalada. Aunque hizo viento, El Juli, paciente, parsimonioso y fácil, se lo puso en los medios, le dio aire y se lo echó por delante con autoridad. No rompió la faena. El tercero, de Adolfo Martín, arremangado, atacado de peso, echó las manos por delante, cumplió en varas, tardeó en banderillas y fue en la muleta muy desigual, Justo de celo, muy distraído en la salida de suertes, no llegó a tomar en serio el tercer muletazo obligado. Sin la combatividad clásica de la ganadería. El Juli se puso en el sitio, tiró bien, sacó los brazos, pero algo monótona, la faena se quedó en medio tono. La estocada fue superior. Basto y grandullón, bizco del derecho, el cuarto, de Javier Pérez Tabernero, se entregó en el caballo, Juli quitó con el capote por detrás en un quite-quite, de los de sacar al toro del peto, banderilleó exponiendo, brindó al público y, sabio, empezó a sentirse. No rompió el toro. Pero ya El Juli, que sólo al segundo viaje, cobró al vuelo un espadazo formidable pero trasero, dejó claro su dominio. Cites de largo, temple por abajo, seco primor. Con el quinto, de Fuente Ymbro, explotó del todo. Mimando al toro lo indecible, lo toreó por las dos manos. Ni un toque en falso. La apertura de faena, a pies juntos, fue delicia. Y el cierre, por abajo y genuflexo el torero, otra. Fue emocionantísimo. El Juli desafió a mitad de trasteo a sus reventadores con gesto elocuente. Y eso volcó a su favor al resto de la plaza. Sólo una oreja de premio. La más cara con diferencia de toda la feria. Al sexto, un descarado sobrero de Torrealta que cazaba moscas por el pitón izquierdo pero repitió por la mano derecha, El Juli lo toreó a placer y primorosamente. Una cogida sin consecuencias no le arredró. Broche de oro.

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