Diario de León

El poeta chileno recibió en Alcalá, de manos del Rey Juan Carlos, el Premio Cervantes

Gonzalo Rojas: «Soy un ciudadano de la patria grande de Cervantes» «Los mineros me enseñaron más que el surrealismo»

Se definió como un «aprendiz» y afirmó que el idioma nos une «en sangre y oxígeno»

MANUEL H. DE LEÓN

MANUEL H. DE LEÓN

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Miguel Lorenci - madrid
León

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Declarándose «un aprendiz» y un ciudadano de la «Patria Grande de Cervantes que a todos nos une», y evocando a las víctimas del 11-M, el poeta chileno Gonzalo Rojas (Lebu, 1917) recibía ayer de manos del Rey Juan Carlos el Premio Cervantes. Lo agradeció Rojas con una apasionada y vibrante intervención en la que hizo relampaguear la palabra de cervantina y de todos los grandes poetas de los que se considera deudor, de Quevedo a Góngora pasando por Neruda, Huidobro, Vallejo o Gabriela Mistral. Una estirpe de grandes poetas con quienes también emparentaron a Rojas el Rey Juan Carlos y la ministra de Cultura, Carmen Calvo. Fue en la solemne ceremonia que cada 23 de abril acoge el Paraninfo de Universidad de Alcalá de Henares, presidida por los Reyes y en presencia de la ministra de Cultura Carmen Calvo, qua acudía por primera vez a la entrega del premio mayor de las letras hispanas. A las doce y cuarto, con quince minutos de retraso, los Reyes entraban al centenario Paraninfo de la Universidad. Rojas, ataviado con el preceptivo chaqué y su sempiterna gorra de marinero, cumplimentó a los soberanos, a la ministra de Cultura, a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, al rector de la Universidad alcalaína, Virgilio Zapatero, y al alcalde de la localidad, Bartolomé González. La acompañaban sus dos hijos y sus seis nietos. Tras recibir de manos de don Juan Carlos el diploma y la medalla que le acreditaban como ganador del premio mayor de la letras hispanas -dotado con 90.000 euros-, Rojas leyó con su voz profunda y entonación nerudiana un emotivo discurso muy poético, trufado de neologismos. Recordó «la inmolación y el martirio en esos rápidos que el otro día partieron extrañamente de Alcalá», y se declaró ciudadano «de la patria grande de Cervantes que es la lengua». «Esa patria grande que nos une a todos por sangre y por oxigeno, se entiende, desde el Cid al Quijote y más acá», decía con su voz grave desde el centenario estrado. El Rey se refirió a las semejanzas entre el chileno y el autor de El Quijote, «a quienes une el amor por la vida», dijo. «Cervantes y Rojas coinciden en su talante ancho, valiente y esencialmente alegre, que nos sirve de ejemplo para afrontar las situaciones más difíciles». «Soy hijo de minero del carbón» dijo en su discurso Gonzalo Rojas, «y los mineros del cobre me enseñaron mucho más que el surrealismo: a descifrar el portento del lenguaje inagotable del murmullo, el centelleo y el parpadeo de las estrellas». Y lo concluyó leyendo un poema escrito en la Antártida en 1993, situándose en la «reniñez», y pedía por último a su divinidad cervantina que escuchara su poema «desde la eternidad de los hielos donde no se cronometran nuestros míseros siglos».

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