«Claro que como muy bien. Porque empecé a comer a los 50 años»

-¿Cómo se mantiene la dignidad personal? -Es algo irrenunciable. Cuando yo lo estaba pasando tan mal en León me ofrecieron el cargo de gerente en una editorial madrileña, y cuando fui allí me presentaron al antiguo gerente, que habían echado por republicano para meterme a mi, que también lo era. Me volvía a León, sin trabajo ni nada. He pasado muchas hambres, y eso es la cosa más tremenda, pero con dignidad. Ahora me dicen que como y bebo muy bien. Claro, porque empecé a comer a los cincuenta años. -Dicen las malas lenguas que aprovecha usted todo tipo de papeles usados para escribir. ¿Es conciencia ecológica o cierta tacañería? -Bueno, tengo papel bueno, pero heredé de aquel hombre tacaño al que serví de niño un sentido de la usura inusual. Si les mandaba a sus hijas hacerle zapatillas con papel de periódico... Esa especie de aprovechamiento me ha contagiado, y efectivamente coloco un folio, un papel calcante y no puedo hacer una copia tranquilo si no es en un papel que no sirva para otra cosa.