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Garantía de diálogo plural

La Unesco, encargada de salvaguardar los derechos de todas las lenguas del mundo, realiza un llamamiento para llevar a cabo una documentación urgente y eficaz de las lenguas minoritarias

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León

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Es misión de la Unesco garantizar el espacio y la libertad de expresión de todas las culturas del mundo. Asegurar la riqueza cultural del mundo basada en su diversidad dialogante, en el desarrollo y la convivencia intercultural. Por ello, imparte una serie de recomendaciones a cada país con el fin de salvaguardar los idiomas minoritarios intranacionales y, al tiempo, toma medidas para la conservación de las lenguas mundiales desde el plano internacional. Así, cada estado debe adoptar una política encaminada a realzar la función del patrimonio lingüístico y a integrar su salvaguardia en programas de planificación, así como adoptar medidas de orden jurídico, técnico, administrativo y financiero adecuadas. A nivel internacional, el organismo apunta que las actuaciones no deben encaminarse a identificar y preservar todas las culturas consideradas por separado, sino a revivificarlas, para evitar que queden reducidas a guettos y contrarrestar extravíos derivados de la identidad, así como prevenir conflictos. En Europa, la multiculturalidad reinante por la masiva afluencia de inmigrantes, motivó que la Unesco realizara un llamamiento a los Quince para que promocionen «todas las lenguas minoritarias sin excepción» para poder evolucionar «hacia el multiculturalismo, preservando la cohesión social». Como iniciativa que se podría copiar, la emprendida por Fundación Intervida en India: las radios emiten en 24 lenguas y 146 dialectos, los periódicos publican en 34 idiomas y las escuelas de primaria enseñan en 67 lenguas diferentes. Documentar las lenguas Organismos como la Unesco se suman a algunas oeneges que muestran una conciencia crítica de la situación que atraviesan las lenguas minoritarias y del incalculable daño cultural que supondría su extinción, por lo que intentan afrontar su documentación. El inconveniente radica en el coste, ya que crear un registro de la lengua en sus formas oral y escrita supondría unos costes de más de 200.000 euros, según Nicholas Ostler, de la Fundación para las Lenguas Amenazadas.

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