Diario de León

PRESIDENTE DEL GOBIERNO

La ciudad del camino de la esperanza

Publicado por
JOSÉ LUIS RODRÍGUEZ ZAPATERO
León

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LA SABIDURÍA de un camino está en los pasos y la memoria de quienes han ido configurándolo. A veces, un pequeño matiz del terreno, una huella de la tierra, da lugar a una senda, a la posibilidad de enlazar las vidas de hombres y mujeres a quienes la historia sitúa en lugares aparentemente distantes. Desde ese gesto de la Naturaleza hacia los seres humanos, crecen los caminos, como si lo que rocas, arenas y aguas esconden fuera ya una señal de alerta: las personas, para serlo con plenitud, necesitan de los otros que ya la han alcanzado; sólo desde ellos será posible la rectificación y el avance. De ese modo, lo que podría parecer azar se hace necesidad; lo que podría tomarse como un dibujo aleatorio del universo se hace puente que aproxima; lo que podría considerarse una contingencia temporal se hace tradición y cobra, a partir de ese momento, una dimensión humana, una idea que dibuja, al ritmo de los quehaceres diarios y de las ilusiones que los mejoran, un idioma compartido que acrecienta lo que llegará a ser un hecho firme. Así, el Camino de Santiago (gesto de la tierra, paso de los hombres, lenguaje de la imaginación y de la historia) fue tránsito de viajeros de un mundo antiguo que querían hallar, en el viaje, un mundo nuevo. Por eso, hablar del Camino es hacerlo de un logro pues, aunque de un modo general se identifique esta peregrinación a Compostela con promesas espirituales, su meta es más amplia e intensa. Se trata de encontrar y reafirmar esos valores que nos hacen alcanzar lo mejor que nuestra extraña naturaleza huérfana requiere, los de la fraternidad, la igualdad y la libertad que, trasladados al ámbito común y compartido de esa idea subyace al viaje, son los principios que Europa puede ofrecer al mundo. Porque el Camino de Santiago propició, en este ir y venir de los siglos, la construcción de un gran sueño llamado «Europa»: la Europa que ha de serlo, sin duda, de la universalidad abierta, dialogante y respetuosa, de la libertad que germina en la paz y el respeto, de la fraternidad que desconoce fronteras y exclusiones. La Europa que edifican con solidez los pueblos y que tiene un lugar simbólico importante en mi ciudad, León, la ciudad de todos, la del camino alumbrado por las estrellas que lo guían, y cuyo reflejo reposa en las vidrieras de una catedral que habla y reconoce.

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