Diario de León

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Antes muerta que certera

La jornada de ayer se caracterizó por la desinformación, aunque los autores afrontaron la confusión con elegancia y humor

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León

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La Feria del Libro de este año pasará a la historia por muchas cosas, pero seguro que por coordinación horaria no. Ayer era tal el desconcierto entre autores, presentadores y compradores que, mientras unos iban a San Marcelo para asistir a la presentación del último libro de Joaquín Leguina Conocer gente , el prócer socialista esperaba y esperaba junto a su anfitriona, Evelia  Fernández, en Don Gutierre, a que fuera llegando el personal, pero, como se dice ahora, «iba a ser que no». Sólo después de una hora,  cuando todos se concentraron en la jaima central de la plaza, las cosas volvieron a su cauce, no sin antes descolocar a los sufridos compradores que no sabían muy bien a que palo quedarse. La desinformación del servicio de prensa sólo es comparable con la del Auditorio, con cambios de horario sin aviso, de lugar y de formas. Y si no, que se lo pregunten a Alfonso García, que el otro día hablaba después de que le tergiversaran la hora de su presentación y una señora le pusiese a firmar el Libro del Buen Amor como si fuera suyo. Y para colmo, le avisan, in extremis , para hacer los honores a un autor acerca del cual no le habían hablado. Por las trazas, parece que la mano que mece la cuna de la información a los medios es la misma que lo hace en el Auditorio y de ser así -Dios no lo quiera- mejor consultar la guía Michelín , que es seguro mucho más certera. Por lo demás, todo ayer estaba exultante. Virginia no paraba de vender libros de esos que a ella no le gusta vender porque como dice, «estos ejemplares no son propios de una librería, pero...». Héctor -ya saben, el presidente de los que organizan este sarao- con la sonrisa de oreja a oreja intentando subsanar los desaguisados perpetrados por aquellos a quienes lo mismo les da informar de libros que de corcheas o de las siete témporas. Pero así todo, feliz ante el éxito de público. Y Ferrajón, «en las nubes», dando jaques aquí y allá, pero eludiendo el mate en todo momento. ¡Tu sí que sabes! Del Val y su Venecias, atraían a tal gentío que la cola para firmar se enroscaba por delante de la bien surtida jaima de José, como serpiente tentadora, haciéndole babear de envidia ante tanto cliente potencial desperdiciado. «Pero si este libro de Cellini que tengo aquí delante -y señalaba un voluminoso marmotreto forrado en terciopelo rojo- vale más que todos los libros que hay en la Feria. Y ahí tienes a los entendidos, pasan delante y ni lo miran. ¡Qué sabrán ellos de libros! Lo mejor de la tarde, la presentación del enriquecedor libro de Leguina Conocer Gente por parte de la concejala socialista Evelia Fernández que, con su habitual desparpajo, fue toda una lección del mejor arte de las disertaciones públicas y eso que la mujer a esas alturas de la tarde y después del juego de despistes al que tuvo que someterse, andaba ya un poco nerviosa ante la inminente llegada hoy de su gran jefe.

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