Diario de León

La «Revolución naranja» se apodera de Kiev y llega al escenario de los premios televisivos

Grecia hace buenos los pronósticos y gana el Festival de Eurovisión

Las representantes españolas con «Brujería» quedaron en vigésimo primera posición

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Mercedes Rodríguez - kiev
León

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La cantante griega Helena Paparizou, con el tema «My number one» (Mi número uno), se proclamó vencedora del Festival de Eurovisión, que celebró su quincuagésima edición en Kiev (Ucrania). No tuvieron suerte en el certamen las representantes españolas, el trío sevillano Son de Sol, que competía con «Brujería», canción a caballo entre la copla y el pop que quedó en vigésimo primera posición. No se equivocaron los pronósticos. Es la primera vez Grecia vence en este veterano certamen, pero su representante era una de las favoritas en los días previos al espectáculo. Un tema rítmico cantado en inglés, con toques del folclore griego, le valió este primer premio. El presidente ucraniano, Viktor Yúschenko, subió al escenario para felicitar a la artista y entregarle un trofeo de oro simbólico del país. «La Revolución naranja» Un luminoso montaje en el Palacio de Deportes de Kiev albergó la cincuenta edición del eurofestival, certamen en el que ponen más empeño los países de Europa del Este ,con la victoria en los últimos años de Ucrania y Estonia, mientras que el viejo concurso ha perdido fuerza entre los países con tradición en él. Ucrania, que ganó la anterior edición, partía como uno de los favoritos, aunque no destacó. Pero fue calurosamente recibido el grupo representante, Green Jolly, que interpretaron Razom nas bahato, («Juntos somos muchos»), el himno de la «Revolución naranja». Un tema de hip-hop pegadizo que se convirtió en el 2004 en el himno de los partidarios del entonces líder opositor del país, Viktor Yúschenko. Por empatía el grupo noruego Wig Wag, muy rockero, también hizo un guiño escénico a la «Revolución naranja», con un toque folk y étnico sobre las raíces europeas. Y dio variedad al discurso propiamente festivalero. Para enfatizar esta tendencia a las raíces y tradiciones, el grupo moldavo Zdob si Zdub, que cantó «Bunita bate toba» («La abuela toca el tambor»), se llevó efectivamente a una venerable anciana con típico atuendo que hizo lo propio en el escenario. Aunque se apelaban a las raíces, el inglés se convirtió en un idioma dominante al que recurrieron distintos intérpretes, como la biolorrusa Natalia Podolskaya, representante de Rusia, que cantó el tema «Nobody hurt no one» («Nadie hace daño a nadie»), un canción que, sin embargo, se tachó de cierto antiamericanismo en los ensayos.

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