El país de Bush

AYER hubo dos imágenes de internacional en los informativos que guardaban relación con el país de Bush, esos Estados Unidos generadores con demasiada frecuencia de noticias para la reflexión. En la primera, el propio Bush certificaba en un discurso, y a propósito de los 21 marines asesinados en Irak entre el lunes y el miércoles, que seguirán allí hasta acabar «con un enemigo despiadado». Palabras para consumo interno, ya que su opinión pública comienza a estar razonablemente harta. Lo malo de Bush era su careto. Pretendía rotundidad, pero su rostro parecía el de un tipo con muy buen humor. Imagínense que pensaría la parentela de los muertos. O tiene un pésimo asesor de imagen o sus neuronas patinan. La otra, el Discovery, reparado anteayer en el espacio. Casi lo vimos en directo. La NASA cantó victoria pero ayer regresó el pesimismo por otro problema en la chapa. Como la sombra de la tragedia del Columbia es muy alargada, se quiere evitar otra desgracia y ya hablan de volver a repararlo. Sentado ante la tele, las imágenes provocan interrogantes. Gastarse millones en un programa espacial que en el fondo pretende reafirmar ante el mundo-mundial la supremacía tecnológica norteamericana, y ver como sufre un vulgar problema de chapa y pintura, es para dudar de las capacidades del país de Bush. Cámaras, incómodo invento.