Cannabis

LO NORMAL es que se afronten las cuestiones polémicas sin falsos pudores ni moralismos baratos. No parece de recibo dar la espalda en la tele a determinados temas en permanente actualidad porque o se consideren lesivos para una audiencia plural o simplemente porque les cubra una espesa capa de prejuicios. En principio, al cannabis le quieren limpiar su estigma de nociva para emplearla como terapia contra el dolor. Otros van más allá y piden que liberalicen el consumo alegando su inocuidad y sus virtudes. El debate está ahí y no se puede mirar a otro lado. Así lo entendieron en Enfoque (La 2) y así lo afrontaron, en un coloquio apasionado con voces para todos los gustos, que de eso se trataba. La experiencia dice que un runrún inicial, sea cual sea su grado de intensidad y duración, acaba sedimentando y asumido socialmente si antes se prepara el camino de modo conveniente. La tele es parte de ese camino, el de contribuir a dar voz a quienes la tienen para escuchar y reflexionar. Piqueras invitó a un ex consumidor, pero también a una enferma de cáncer que lo utilizó para soportar los efectos radiológicos. Cara y cruz de igual moneda. Dos argumentos opuestos en un mismo fin. El tiempo dirá, pero lo positivo es que la tele plante cara a este y otros temas sin mirar de reojo al share, simplemente vistiendo el traje de servicio público. Así de sencillo.