Diario de León

«Mi pasión no son los premios ni las críticas buenas, sino la hoja en blanco»

«En mi vida he hablado con ZP sobre premios de ninguna especie», quiso aclarar el poeta leonés a aquellos que vincularon la concesión del Cervantes a su amistad con el presidente

León

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Consciente de la avalancha de medios que aguardaban «emboscados» su regreso triunfal a León con el Cervantes bajo el brazo, Antonio Gamoneda, hombre de soledades buscadas y queridas, decidió resolver el «atropello» informativo de un plumazo. Convocó -hecho insólito- una rueda de prensa para las doce del mediodía en su «casa», la Fundación Sierra Pambley, que dirige desde hace años. No eludió ningún tema ni dio esquinazo a la polémica creada por cierto medio contrario a que le concedieran el «Nobel de las letras españolas» por el simple hecho de ser amigo personal desde hace años del presidente del Gobierno. El 23 de abril, Día Internacional del Libro, recibirá de manos del Rey el Cervantes. No tiene preparado el discurso, pero intuye que versará sobre «la vida y los trances históricos españoles», en cuanto de ellos depende la aparición de la poesía, que él define como «una emanación de la vida». -Usted se confesó eterno finalista del Cervantes, ¿qué sintió al ganarlo? -Que me habían destituido como finalista. Me lo tomé con bastante tranquilidad. ­-Ya tenía el Nacional de Poesía y el Reina Sofía, ¿ganar el Cervantes es tan diferente a otros premios? -A este le llaman -me parece un poco de hipérbole- el Nobel de las letras españolas. Hay una ley no escrita por la que un año se lo dan a un español y, al siguiente, a un iberoamericano. El premio es muy importante para mí; ya lo era el Reina Sofía. Y como la vida está llena de coincidencias, me dieron el Cervantes cuando iba a recoger el Reina Sofía. -¿Qué opina de estas «campañitas», como usted las ha llamado, que pretendían descalificarle para el Cervantes porque le consideraban el candidato de Zapatero? -Hay un grupo de poetas, con una tendencia al parecer coincidente de hacer poesía, que tenían su candidato. No me parecía espléndido -aunque no me produjo nerviosismo-, que un periódico hiciera un suplemento dedicado a ensalzar a ese candidato y una página para criticarme a mí. Había una intención y también han aparecido insinuaciones y afirmaciones de que soy amigo del presidente. Claro que lo soy. Poco menos que lo vi nacer. El presidente tiene cosas más importantes que ocuparse de un premio. Pienso en él como una persona que en todos los órdenes no puede haber hecho nada inoportuno. En mi vida he hablado con ZP (sic) sobre premios de ninguna especie. -¿Sigue creyendo en la poesía con componente ideológico? -La poesía lleva siempre un componente consigo que no tiene por qué ser ideológico ni político exactamente. Para eso están otras formas de manifestación, que son las que tienen que hablar de componentes ideológicos. La poesía tiene un compromiso más amplio: dar cuenta de cómo avanzamos hacia la muerte. Si un poeta -me parece que no es mi caso-, se dedica a meter en un poema las copas que se tomó la noche anterior..., relata también cómo avanza hacia la muerte. El compromiso de la poesía es corresponderse con la vida y ser una manifestación de la vida individual, aunque se dé en un contexto histórico. La poesía no tiene nada que ver con la ficción, que en la literatura es una creación grandiosa; yo digo, a veces, que la poesía no es literatura, sino que es una emanación de la vida -A propósito de la concesión del Cervantes, Antonio Pereira dijo que iba a permitir que un escritor de culto como usted dejase de estar oculto... -Lo que realmente me gusta es vivir lo más tranquilamente posible; algo que no se produce muy fácilmente. Si bien acepto que una circunstancia de este tipo levante la notoriedad del interesado, no deja de ser secundario. Me interesa mi pasión por la escritura. Mi pasión no son los premios ni las críticas buenas, sino la hoja en blanco. -Hay quien ha dicho que «Descripción de la mentira» es el mejor relato de los años del franquismo. ­-El libro Descripción de la mentira quizá no es coincidencia que se escribiese en el 76, inmediatamente con la desaparición del dictador. Es cierto que en el desarrollo poemático de ese libro existen referencias al curso del franquismo. Entiendo que la poesía no es un lenguaje normalizado, sino que se corresponde con un planteamiento del momento en el que se disuelve la normativa común del pensar. El libro está cargado de referencias al trance histórico del franquismo, que fue bastante largo y yo lo viví íntegramente. En su momento, hubo dos críticos, no más, que sí vieron que era un relato histórico y autobiográfico. La mayoría decían que era una acumulación de poesía surrealista sin orden. Y ahora ese libro empieza a verse de esa otra manera. -¿Qué futuro tiene la poesía? -Supongo que no va a parecer bien que diga que la poesía, conmigo dentro, no está en un buen momento. La poesía española cualitativamente estaría por debajo de la portuguesa o de la que se escribe en gallego. No tengo un escalafón de preferencia con relación a la poesía joven. Espero de ella que se dé cuenta de que estar en la tradición de la poesía no consiste en regresar a las fórmulas de la Edad Media, cuando la poesía era un elemento informativo. Con la tipografía, los medios de comunicación e Internet -yo nunca me he asomado a una página de Internet-, la poesía ya no puede hacer lo mismo. Hace 500 años se dio una inflexión muy radical en el pensamiento poético y pasó de ser lenguaje informativo a ser un lenguaje de búsqueda de lo oculto, de creación. Pero dado que es búsqueda de lo oculto, también es revelación -no en relación con las divinidades, sino respecto a lo oculto-. Me doy cuenta de que a veces no sé lo que sé. No soy consciente de mi pensamiento hasta que no me lo dicen mis propias palabras escritas. La poesía consiste en un no saber sabiendo. -¿El reconocimiento le ha llegado más tarde por el hecho de no pertenecer a familias o grupos de poetas? -No lo he pensado demasiado. Quien está dentro de un grupo muy activo, que está en los medios y tiene jefes de fila y trata de ponerles en valor, me parece que puede acelerar la notoriedad y los reconocimientos de un poeta. Estoy mejor en León que en Madrid. Nunca he estado en grupos aunque tengo amistades con gente que sí estaba en grupos. Tengo cierta sensación de que esa soledad ha favorecido lo que más me interesaba, que es el propio hecho de mi escritura. -¿Qué habría cambiado si se hubiera instalado en Madrid hace cuarenta años? -Hace cuarenta años, que vienen a ser los que me propusieron que fuera a dirigir la editorial Taurus a Madrid, mi vida no digo que de duque, pero habría sido otra, como la de la persona que sí aceptó, Jesús Aguirre, luego duque de Alba. Vivir en un puro cóctel no es para mí atractivo. Un poco de silencio a las cuatro o cinco de la mañana, un poco de serenidad y una ausencia de agitación social es más factible en León. -Ha dicho que el Cervantes no hace mejor su poesía, pero es innegable que sí para mucha gente que no le ha leído hasta ahora... -Es natural. Todo procede de esa notoriedad. Habrá más gente que se acerque a mi escritura, aunque la poesía es absolutamente minoritaria, lo cual no es malo. Si en la poesía existiera un cañamazo mercantil, un auténtico comercio y unas cifras como las que maneja la narrativa o la pintura, dejaría de ser libre, porque tendría consciente o inconscientemente que obedecer a unas leyes de mercado. -¿Su poesía no ha cambiado en cuanto a contenidos y forma desde hace cuarenta años? 1397058884 Los contenidos están los mismos desde hace sesenta años. Se trata de que he entendido por mi experiencia biográfica que la vida era el tránsito de la inexistencia a la inexistencia. Un poco más tarde empecé a entender que la poesía es el relato de cómo avanzamos hacia la muerte. En términos formales, mi poesía, a partir de Descripción de la mentira, ha venido dándose bastante diferente a las formas anteriores. «Habrá más gente que con el Cervantes se acerque a mi escritura, aunque la poesía es absolutamente minoritaria, lo cual no es malo. ANTONIO GAMONEDA, poeta y Premio Cervantes -¿Existe una literatura leonesa? -Hay amigos leoneses que simultáneamente son estupendos escritores; otros, serán medianos escritores... Hay literatura leonesa sólo en el orden cuantitativo. Es verdad que, quitando grandes ciudades, León es la provincia que ha proporcionado más escritores por metro cuadrado. Pero una literatura leonesa, formal o temáticamente diferenciada, creo que no existe. Aunque pueden darse impregnaciones paisajísticas comunes, eso no basta para decir que haya una escritura típicamente leonesa. -Ya sólo le queda por ganar el Príncipe de Asturias, ¿cree que se lo darán? -Nací en Asturias, aunque viva desde el año 34 en León. Me gustaría el Príncipe de Asturias, aunque me parece que tengo pocas posibilidades, porque en Asturias hay dos personas que forman parte del jurado que no me valoran nada y porque el Príncipe de Asturias ha adquirido una vocación internacional, que hace más difícil que se llegue a él. -¿Considera oportunista que la Diputación y el Ayuntamiento quieran concederle sus máximas distinciones ahora que le han dado el Cervantes, cuando podían haberlo hecho hace mucho tiempo? -La Diputación dice que esa concesión estaba pactada hace tiempo. Oportunista quizá sea una palabra excesiva. Hay cierta naturalidad -que no es malo- por parte de las corporaciones, de hacer coincidir una decisión de ese tipo con el hecho que la promueve o que a lo mejor no lo promueve. Tengo la sensación de que entre los políticos existe una voluntad de acercamiento a los hechos culturales como una forma de ponerle un brillo de otra naturaleza a sus actuaciones. Concluye la rueda de prensa y Antonio Gamoneda enfila la calle Ancha rodeado por cámaras de televisión que despiertan la curiosidad del gentío en plena «hora de vinos». -¿Quién es? -pregunta un hombre de mediana edad a su mujer. A ella «quiere sonarle» el rostro, pero no le viene el nombre a la cabeza...

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