Lauren Postigo muere a los 78 años víctima de un ataque al corazón

Coqueto, como era, Lauren Postigo se apartó hace unos meses de la escena pública, a la que tenía tanta afición. El parkinson e incluso el alzheimer habían hecho mella ya en su figura, aseguran quienes le han visto recientemente. Este viernes su corazón no pudo más. Falleció en la ambulancia en la que era trasladado al hospital de la Princesa, en Madrid, desde su domicilio, donde sufrió el ataque. Su cadáver será incinerado este lunes en el Cementerio de la Almudena. Tenía 78 años -diez más de los que confesaba-, se casó dos veces, fue un mito de la televisión, amó la canción española, fue pasto de imitadores y parodias y, perdido durante lustros en los rincones del tiempo, volvió a salir a la superficie del papel cuché a golpe de escándalos. Ayer le lloraban sus vecinos de Nerva, la capital del Condado onubense en la que nació en 1928, y de la que era, según su alcalde, Eduardo Muñoz, «la persona más conocida». Pero seguramente también Martes y Trece, el dúo cómico que a mediados de los 80 lo rescató del olvido para inmortalizarlo como 'Lauren Castigo' en dos memorables números: los de Tony Sevilla y Paca de Carmona. En aquellos años Lauren Postigo no pasaba de ser un recuerdo reciente, el presentador de Cantares . Aquel tipo de voz meliflua y verbo barroco que introducía folklóricas «desde El Corral de la Pacheca», media melena pegada al cráneo, americana entallada y camisa fosforescente de solapas gigantescas. «El primero que salió en TVE sin corbata», solía presumir. El regreso Pero los jóvenes de la época valoraron menos este gesto de modernidad y rebeldía que su apuesta por la copla, entonces de reminiscencias franquistas, y por el estilismo de tablao. «Yo iba a lo Lauren Postigo/ con su camisa carmesí/ anudada en el ombligo», cantaba Mecano en 'Bailando salsa' (1991), mientras que en 1994 los guionistas de Inocente, inocente lo escogieron como objeto de befa y mofa en una cámara oculta en la que unas vigilantes se lo comían con los ojos. Y entonces, como salido del limbo, el crítico musical se vistió de Orzowei moderno para casarse en Sudáfrica por el rito zulú con Yolanda Mora, una mozuela que no tenía más de 23 años. Estaba terminando 1999 y las fotos eran para no perdérselas.