Diario de León

| Entrevista | Victoriano Crémer |

«Internet es una especie de prostíbulo»

El veterano poeta leonés confiesa que empezó «a decir bobadas y como lo decía con un aire un poco de imposición, de prepotencia, la gente hizo de mí una especie de ídolo»

El poeta centenario Victoriano Crémer está a punto de publicar una nueva novela, «María Maragata»

El poeta centenario Victoriano Crémer está a punto de publicar una nueva novela, «María Maragata»

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Elena Fernández - león
León

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A pesar de que ya se han celebrado varios actos y homenajes de celebración de su centenario, es posible que Victoriano Crémer aún no haya cumplido el siglo de vida. Este ensayista, poeta, escritor y periodista del Diario de León atesora una veintena de reconocimientos como el Premio Castilla y León de las letras, el León Felipe de Poesía y la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo y derrocha desparpajo en sus apariciones públicas. Las más recientes, para participar en un congreso dedicado a su figura y obra y para inaugurar el Aula Cultural que lleva su nombre, auspiciada por la Fundación Carriegos y sita en el emblemático edificio de La Casona, en la capital leonesa. Su verbo y su pluma se mantienen ágiles y así lo demuestra con una producción literaria que no cesa. -Se da por sentado que usted nació el 18 de diciembre de 1907, pero hay quien dice que nos tiene engañados a todos¿ ¿nos saca de la duda? -Pues yo no lo sé. Unos dicen en 1908, otros siete y otros seis. Elige cualquiera. Mi padre fue a inscribirme y se confundió y aparecí como Cuende, Victoriano Cuende y luego, claro, no figuraba. Pero tengo el documento que acredita que me han bautizado, que no soy judío -bromea-. Eso hizo que yo me hiciera un lío con los años. También, se dijo que yo soy de Rubí de Bracamonte (Valladolid) porque jugábamos a ver quién era del pueblo más bonito y yo dije ése y luego en unas jornadas me nombraron como natural de allí. -El Aula de La Casona aloja su biblioteca personal, una de ellas, porque los avatares de la vida hicieron que desaparecieran las anteriores¿ -Cada una de mis bibliotecas entraña una historia difícil, lo que pasa es que es una historia estrictamente política y al ser política no puedo explayarla porque tendría que tocar inevitablemente alguno de los sentimientos políticos de la gente y no es menester hacerlo. Pero queda patente que fueron tres las bibliotecas que mi madre quemó, la pobre, porque tenía miedo de que me pasara lo que me pasó, claro. Quemando y sin quemar a mí me cascaron. Eran tres estados de vida distinta en la que iba acumulando libros y pequeños papeles de autodidacta. Yo no he ido a la universidad ni he seguido ninguna carrera y por lo tanto todo tenía que hacérmelo. Los libros me ayudaban a no sentirme solo y esto hacía que fueran para mí algo así como un segundo modo de vivir. Y cuando llegó el momento de desprenderme de ellos, porque ya no me cabían en casa, los tenía hasta por los pasillos y los vecinos me los robaban (ríe), se me ocurrió la idea de proponerlo al Ayuntamiento, el más indicado para patrocinar una empresa así, pero el Ayuntamiento de León se caracteriza porque debe más que Alemania y se le ocurrió una salida: llamar a la Fundación Carriegos y decirle lo que pasaba. Él (Santos Llamas, presidente de la Fundación) dijo que pagaba y la biblioteca está por 25 años a nombre de la Fundación pero el titular de los libros es el Ayuntamiento. -Usted afirma que hasta hace poco León era reacio a casi todo¿ ¿son los leoneses más abiertos ahora? -Ahora sois peores. Antes eran así, porque el pueblo era un pueblo pobre. León ha sido siempre de cuatro ricos, muy ricos, y el resto éramos pobres. En mi casa es pobre el mayordomo, el jardinero, el chofer. Esos ricos eran sin embargo liberales, parece que tenían como norma de conducta el hacer el bien a los desvalidos, a los que necesitaban ayuda. No cabía esperar de León una gran potencia intelectual, era una ciudad analfabeta o medio analfabeta pero muy tutelada. Ahora es una sociedad analfabeta pero que sabe leer y escribir, que son los analfabetos peligrosos. Estamos pasando un momento verdaderamente culminante de lo que pudiéramos llamar movimiento cultural leonés. Es el descubrimiento del idioma de León: el llionés. ¡Pero bueno! ¿En qué país vivimos? O sea, que no sabemos hablar el castellano y aparece un 'gilipollas' diciendo que está inventándose el llionés, que es lo que queda del idioma que los pasiegos, los pastores pronunciaban en la montaña y lo que ha quedado es lo que podríamos llamar desvirtuación del castellano, que es el llionés. Pues eso es lo que nos están queriendo imponer. -Usted ha aludido al escaso desarrollo del espíritu creador leonés¿ -Cuando a mí se me ocurre lo de Espadaña (revista que fundó en León en 1944 junto a Eugenio García de Nora y que se publicó hasta 1950) no había nada en León, primero porque muchísima gente había huido, otra gente había sido o deportada o fusilada o machacada. No quedábamos más que los supervivientes. Yo estaba en la cárcel; en la cárcel o en San Marcos, según, yo cambiaba por cambiar de aires e iba de un lado a otro. Por eso, cuando yo aparezco en la radio, con una sección que se titulaba 'Luces de la ciudad', empecé a decir bobadas y como lo decía con un aire un poco de imposición, de prepotencia, la gente hizo de mí una especie de ídolo y cuando llegaba la hora de hablar de Crémer, se paraban los trenes. ¡A callar, que va a hablar Crémer! No había televisión, estaba la censura y había un miedo pavoroso. El único que daba la cara era yo¿ y casi me la quitan. -De ese Viejo Reino de León que usted dice que siempre ha estado marginado, ¿qué es hoy en día lo mejor? -Ahora no es que esté marginado, es que no existe. Es un camelo, eso. Y el venir ahora como hay algunos¿ empeñados es descubrir la época de la Edad Media... Dejen ustedes la Edad Media, a mí lo que me interesa es el hoy de cada día, el que hoy tengo hambre, que no tengo vivienda, que no tengo educación, eso, pero es hoy. -¿Qué tal se lleva con las nuevas tecnologías? -Yo sigo escribiendo a mano y con una máquina de escribir mala. Soy muy mal mecanógrafo. Las erratas que se cometen en el periódico hay que achacarlas tanto a la ineptitud de los que hacen o hacemos el periódico, como a mi mala caligrafía. Yo no sé andar con ordenador. Me decían que me ponían uno en casa¿ no quiero nada porque ya es mucha la mecanización de la vida pública y de la sociedad. A mí el Internet me parece una especie de prostíbulo en el cual se dice todo lo terrible que la sociedad es. Es todo el pus, toda la porquería de la sociedad. Y es absurdo, ridículo, mantener todo esto para hacer una sociedad más miserable todavía que la que tenemos. Yo no sé manejar una ordenador, ni Internet, el fax para mí es latín. No quiero saber nada. Pero por esa razón, porque me parece que todo está utilizado para porquería. Es más, yo no veo la televisión más que cuando hay un partido de fútbol que me interesa porque el resto es sólo ver, dicho con todos los respetos, culos espléndidos, magníficos -que me encantan- y tetas -que también me encantan y me entusiasman-, pero nada más. Y si se hace una exhibición para exhibir eso, huelga que se hable de cultura y de sentimientos.

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