Diario de León

| Reportaje | Que treinta años no son nada |

«La gente parece haber olvidado que hacer canciones es un oficio»

Los componentes de la veterana banda lamentan la escasa calidad de la música actual: «Si al menos alguien hiciera un tema la décima parte de bueno que uno de Paul Simon...»

Doug Fieger, Berton Averre, Prescott Niles y Pat Torpey, The Knack, ayer en Purple Weekend leonés

Doug Fieger, Berton Averre, Prescott Niles y Pat Torpey, The Knack, ayer en Purple Weekend leonés

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e. g. | león
León

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Estuvieron en León. ¿Razones? Se les ocurrieron dos: una, por dinero (aunque dicho entre risas) y la otra, más altruista, y quizá hasta más franca, porque «tocar es lo que nos gusta». Y la razón de su sinceridad la argumentaban ellos mismos: «No tenemos necesidad de hacerlo»... pero el trabajo «más fabuloso del mundo», como lo llamaron, les tira mucho todavía hoy: «La sonrisa de la gente, los aplausos, la espontaneidad». Y otra cosa quizá no, pero el Purple es un evento espontáneo y auténtico como pocos. Lejos queda el año 1979 en que agitaron las ondas mundiales con el My Sharonna pinchado hasta la saciedad ayer, hoy y siempre, pero Doug Fieger (voz), Berton Averre (guitarra) y Prescott Niles (bajo) -junto a su nuevo batería, Pat Torpey- tienen aún mucho que decir. Y lo dicen con la tranquilidad y la seguridad del veterano: «El My Sharonna fue un hándicap muy importante, en parte ha sido bueno para nosotros y en parte malo», explicaban ayer. Es una canción que tiene «vida propia al margen de la banda», «no conocemos a ningún otro grupo al que le haya pasado lo mismo», decían en referencia a las decenas de versiones y recreaciones del tema, y hasta la aparición de la propia Sharonna en un episodio de Los Simpsons . Polémicas y cambios No obstante, la prensa especializada les exigió sharonnas continuos e inició -sobre todo en los Estados Unidos- continuas polémicas en torno a ellos. «A la prensa americana -explicaban ayer- le encanta crear héroes para luego derribarlos». Pero ellos son humildes: «Tan sólo somos una banda de cuatro músicos, melódica, tradicional, al estilo de The Who o The Beatles», señalaba el líder, Doug Fieger. La revolución iniciada por Sex Pistols fue secundada con entusiasmo por The Knack, quienes, armados de energético power pop y hard-rock, plantaron cara a la entonces todopoderosa música disco. Se hicieron grandes con Get the Knack (1979), But The Little Girls Understand (1980) y Round Trip (1981), pero después sufrieron un parón («somos muy vagos») y, cuando quisieron regresar, «la industria discográfica había cambiado y ninguna casa estaba interesada en nosotros». No obstante, después llegarían Serious Fun (1991), Zoom (1998), Normal As The Next Guy (2001) y Re-Zoom (2003), así como tres recopilatorios. Testigos privilegiados en todo cuanto se refiere a la evolución de la industria musical, tienen claro que han cambiado muchas cosas y que ya muy poco es realmente auténtico. «Actualmente resulta mucho más difícil entrar en el mundo de la música, en Estados Unidos son los propios grupos los que a veces tienen que pagar para tocar en un club -explican-; y luego está todo el tema de la revolución digital». Tanto es su desapego que el líder se sinceró y comentó que ha dejado de escuchar música y que el último grupo que le interesó fue Nirvana: «Hay algo más que ha cambiado para peor. La gente ha olvidado que esto de hacer canciones es un oficio. En algún punto del camino que va desde los años cincuenta hasta hoy, pasando por The Beatles, esa convicción se perdió». La idea del músico-compositor como artesano de la palabra y de la melodía es la que reivindican. «Si hoy alguien hiciera una canción la décima parte de buena que cualquiera de Paul Simon, los medios de comunicación se volverían locos», explicaron los integrantes de un cuarteto para quienes resulta «todo un honor» que la gente se haya acercado a León a escucharles. «Sabemos que algunos han tenido que esperar 28 años».

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