«Espirulina»

Dice la leyenda urbana que las gallinas estabuladas en granjas industriales se alimentan de sus propios excrementos; para ser más precisos, de la mezcla de éstos con el pienso que se les da. Tal mezcla sería la responsable de que los huevos que ponen las gallinas industriales sean escasos en nutrientes y abundantes en colesterol, al contrario que los huevos naturales, que son mucho más saludables. Alimentar cualquier proceso vivo con los excrementos desechados es el reciclaje perfecto, el sueño dorado de toda autosuficiencia; en realidad, eso sería la economía sostenible propiamente dicha. La otra noche compareció en el Sálvame- de Vázquez (autodenominado de luxe ) la madre de Indira. Indira es esa moza que esta misma semana, en Gran hermano, agredía a otra en un bochornoso episodio (uno más) de conflictividad televisiva. ¿Y para qué aparecía ahora la madre de la moza? Para explotar adecuadamente el suceso. Explotación cuya plusvalía, evidentemente, no beneficia a la madre ni a la moza, sino a la cadena, que obtiene así el máximo rendimiento con el mínimo desperdicio o, mejor dicho, el máximo rendimiento de los propios desperdicios. Los canales abundan últimamente en este ejercicio de sostenibilidad, pero Telecinco se lleva la palma: se provoca un incidente, se convierte en espectáculo y después se vende todo cuanto acontece alrededor; así es posible llenar horas de pantalla con el menor gasto. Dice también la leyenda urbana que los huevos de las gallinas industriales serían mucho más nutritivos si los excrementos de las aves, en vez de ser inmediatamente ingeridos por éstas, fueran apartados, expuestos a un simple proceso de calor y humedad y después, ya fermentados, mezclados de nuevo con el pienso. ¿Por qué? Porque después del proceso -insiste la leyenda- habrían producido de forma autónoma los principios activos de la espirulina, alga de reconocidas virtudes. Si alguna vez ve usted a los chicos de Gran hermano tomar el sol en ambiente tropical, ya sabrá lo que hay: están produciendo espirulina.