las mujeres dan el golpe
España salva los muebles
Los olímpicos de ‘La Roja’ terminan los Juegos con 17 medallas, 11 de féminas.
Si algo se puede decir, a modo de balance, de la participación española en los Juegos de Londres es que, al final, se salvaron los muebles.
La satisfacción de los representantes del CSD y del COE en la última semana de los Juegos no ha dejado de ser, sobre todo, el alivio de quien temió el petardazo, que en este caso no era otro que el regreso de España a las cifras de medallas anteriores a la eclosión de Barcelona 1992.
Puede que hubiera algo de alarmismo en los negros presagios del principio, pero lo cierto es que aquellos cinco primeras días de competición sin estrenar el medallero, con los periodistas recibiendo a diario en sus móviles lo que parecía un parte de bajas de guerra -la coletilla ‘Fin de participación’ se hizo popular entre los enviados especiales- fueron muy duros. Todo parecía salir al revés. Nada funcionaba. Hasta el fútbol se lió con una pifia monumental.
No era extraño, por tanto, que muchos comenzaran a temerse lo peor y a lanzar oscuros vaticinios. Los Juegos siempre tienen algo de cura de humildad para España, un país que puede alardear de tener algunas de las principales figuras mundiales del deporte profesional (sus futbolistas, sus jugadores de baloncesto, que este domingo volvieron a exigir al máximo a las estrellas de la NBA, Nadal, Fernando Alonso, Jorge Lorenzo, Contador...), pero que en el deporte olímpico está muy lejos de ser una potencia. Ahora bien, una cosa es que en unos Juegos a nadie se le ocurra soltar eso tan campanudo de ‘soy español, ¿a qué quieres que te gane? porque lo normal es que piensen que tiene un serio problema con la cerveza tibia, y otra bien diferente es regresar a lo que podríamos llamar el período pre-Barcelona.
Hasta esos Juegos históricos, nuestro país se movía en cifras muy modestas. Tras años en la ultratumba olímpica (desde Roma 1960 hasta Montreal 1976), España se situó entre los estados que fluctuaban entre las cuatro y las seis medallas, es decir, a la altura de lo que en estos Juegos han conseguido Turquía, Croacia, Argentina, Mongolia, Uzbekistán o Corea del Norte, por citar sólo algunos ejemplos. Las 22 medallas de Barcelona resultaron un salto histórico y se convirtieron en algo parecido a un símbolo o a una frontera. Nunca volvieron a igualarse, pero aquella inercia cambió ya para siempre la posición de España en el medallero.