Diario de León

El Barcelona bate su récord (0-2)

Los azulgrana pagan cara su victoria en Almería con la lesión muscular de Lionel Messi tras marcar un golazo.

Messi, a la izquierda, celebra con Cesc el primer gol de su equipo. Luego acabó lesionado.

Messi, a la izquierda, celebra con Cesc el primer gol de su equipo. Luego acabó lesionado.

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cristiAn reino | almería
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El partido del Barça en Almería no pasará a los anales del club por su espectacularidad. Sin embargo, su victoria (0-2) en el estadio de los Juegos del Mediterráneo entrará en la historia barcelonista porque supuso el séptimo triunfo consecutivo de los hombres de Gerardo Martino, que han firmado el mejor arranque azulgrana en la Liga en más de cien años de vida.

El Barça no brilló, pero tiró de galones, de la calidad de sus estrellas, e hizo un juego práctico, en ocasiones anodino, aunque fue de menos a más, y en la segunda parte sí pudo imponer su estilo. Los azulgrana llevan 21 puntos de 21 posibles, pero se marcharon de Almería con un sabor agridulce: el triunfo se cobró un precio muy alto, porque a la media hora Messi cayó lesionado. Los médicos le harán este domingo una prueba para determinar el alcance, pero existe una cierta preocupación en el barcelonismo, porque ve que su mejor hombre ya se ha lesionado dos veces en lo que se lleva de temporada.

Aun así, el Barça navega viento en popa y tiene ya entre ceja y ceja lograr el ocho de ocho que representaría el mejor inicio de la Liga española. De alguna manera, la historia se repite. Hace un año, Tito Vilanova se hizo con las riendas del equipo y tuvo que lidiar con la desconfianza que generaba en el entorno. Conquistó el hasta entonces mejor comienzo liguero del club y los que dudaban de él tuvieron que rendirse a los resultados.

A Gerardo Martino le está pasando algo parecido. Los puristas del ‘estilo Barça’ no disimulan sus recelos y se echan las manos a la cabeza cada vez que Valdés saca en largo o Piqué pega un pelotazo para espantar el peligro. Pero los números vuelven a dar la razón al técnico azulgrana, que con todo lo que ha sumado debería tener suficiente aval como para no tener que estar tan cuestionado.

Frente al Almería, en cualquier caso, el Barça no ofreció su imagen más arrolladora. Le faltó ritmo, fluidez y movilidad y el juego de combinación brilló por su ausencia, sobre todo en la primera parte. Los andaluces, que llevan cuatro puntos y siguen siendo incapaces de ganar en su regreso a Primera, presionaron bien, se cerraron con criterio en su campo, ocuparon todos los espacios y bascularon con acierto. Al Barça se le veía como que no sabía muy bien a qué jugaba. Ni tocaba con criterio ni buscaba el fútbol directo. Su juego era un híbrido insulso que no le servía para crear peligro. Pero para eso tiene al mejor jugador del mundo. El partido estaba atascado y Messi desequilibró la balanza. Corría el minuto 20 y eso es todo lo que hizo el argentino. Se alió con Pedro, dribló a un par de rivales y desde la frontal lanzo un zurdazo al palo largo, que tocó el poste y entró como un obús. Golazo y para casa, porque casi en la jugada siguiente pidió el cambio. En una carrera para presionar la salida del balón del portero Esteban, notó un pinchazo y dijo basta. No había pasado ni media hora y el argentino se marchó a los vestuarios.

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