Diario de León

DEPORTISTAS LEONESES POR EL MUNDO | Diego Pérez Marne. EX JUGADOR DEL ADEMAR Y AHORA TRABAJADOR SOCIAL EN SUECIA

«Con los niños difíciles funciona el cariño»

Pérez Marne aplica el balonmano para ayudar a la integración social en Suecia

Pérez Marne con su esposa sueca, Sara, y sus dos hijos entre la nieve de Halmstad.

Pérez Marne con su esposa sueca, Sara, y sus dos hijos entre la nieve de Halmstad.

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georgino fernández | león
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«En vez de tirar piedras contra la parada del autobús tira igual de fuerte pero hazlo con un balón, contra una portería y además salta». Con consejos como este, Diego Pérez Marne, ex central del Ademar en los años noventa, se ha ganado el corazón de más de 130 niños con riesgo de exclusión social con quienes trabaja en Halmstad (Suecia) para favorecer su integración. Leonés y ademarista de cuna es ahora un sueco de adopción en el país de su esposa, Sara. «Soy un leonés muy feliz en este país», se autodefine.

Allí colgó las botas hace un año poniendo fin a una carrera profesional de más de 17 temporadas. Y toda la filosofía ademarista hacia el balonmano —ese que aprendió de niño en el patio del colegio de la mano del Hermano Tomás— la está volcando ahora con esa especie de legión extranjera con la que convive a diario un mínimo de tres horas. Pérez Marne es el gran impulsor de un proyecto amparado por el Ayuntamiento de Halmstad para ayudar a niños con riesgo de exclusión social a través del balonmano.

Muchos niños bosnios y del resto de países de la antigua Yugoslavia le tienen ahora como su «maestro» preferido. Pero también hay chilenos, afganos, bastantes africanos, asiáticos y de los países del Este.

Halmstad es una ciudad pequeña con una notable población inmigrante. Como buen país nórdico es receptivo hacia todos los desheredadas por motivos políticos y económicos. Muchos que han querido dejar atrás conflictos, miseria y odios encontraron allí su nueva patria.

«Pero el problema es que no dominan el sueco y tienen que ir acompañados por sus hijos de doce o quince años para hablar con el banco o tramitar un papel», explica Pérez Marne. Hijos que proceden, en algunos casos, de hogares desestructurados o con problemas económicos.

Ingredientes todos que apuntan en una doble dirección: riesgo y problemas. «Yo digo que son como coches llenos de gasolina. Dependiendo de cómo se lleven pueden ir por la buena dirección o correr el peligro de darse contra un muro», apunta Marne de forma perfectamente ilustrativa.

Y aquí es donde entra en juego su proverbial mano con todos estos proyectos de buena gente. «Tiene un don espectacular para trabajar con los niños», subraya su hermano César. Diego, en cambio, prefiere quitarse medallas aunque la enorme pasión que pone en su discurso cuando habla de su trabajo le rebate. «Yo no hago nada especial. Sólo intento aplicar lo que viví en el patio de los Maristas, con el hermano Tomás. Jugamos al balonmano como yo lo hacía. Es sencillo, se trata de aplicar el espíritu marista», concede con una gran sonrisa.

Pese a que es licenciado en Ingeniería Ambiental, Pérez Marne, ha trabajado más tiempo como «agente» social. De hecho ya hizo sus incursiones en este campo cuando jugaba en el Halmstad bajo la tutela del club sueco.

Cuando se retiró el Ayuntamiento le llamó y le propuso ser la punta de lanza de esta iniciativa. «Me encanta y encima tengo la suerte de que me pagan por ello pero si fuera rico lo seguiría haciendo gratis, te lo juro», subraya. Y uno cuando le oye lo cree a pies juntillas. Hay cosas que no se pueden fingir.

El escenario que se le presentó no era sencillo. Incluso tiene muchas connotaciones cinematográficas. En estos casos se puede optar por el papel de Clint Eastwood en El sargento de hierro o por el del Tom Hanks en Salvar al soldado Ryan . Apostó por el segundo, por carácter pero también por convicción.

«Vienen de un ambiente muy duro y con ellos la dureza no funciona. Funciona el cariño. Se trata de darles cariño, tal vez lo que más echan en falta en casa», dice Marne repitiendo la palabra que ilustrar su particular filosofía. «Se trata de ayudarles a tener un estatus y a favorercer su integración en la sociedad» Y le funciona. Así se ha ganado su respeto. «Pero también hay reglas», advierte rápidamente. «Las reglas les llegan y las asumen pero sin autoritarismo, con ellos no funciona la dureza todo lo contrario».

Pese a su poco tiempo los resultados ya están llegando. «Hay un chaval que es un maquinón y una niña china en su primer partido como portera acabó con un ochenta por ciento de acierto bajo los palos. «Fue espectacular. Yo sólo le dije, Yeny, coge todos los balones que te lleguen, que no entre ninguno a la red». Y lo hizo. Es el efecto Pérez Marne.

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