El Palacio nunca pierde la fe
La afición, volcada, dio una lección de entrega y siempre creyó en la remontada del equipo leonés.
Cuando todo parecía perdido atronó el Palacio. La afición leonesa apuntaló su fe en los últimos cuatro minutos. Un mundo para cualquier equipo que juegue en el pabellón donde el Ademar sostiene sus sueños.
De poco importa que la lógica ponga en una encrucijada a los cerca de 4.000 seguidores que poblaron las gradas del pabellón. Existe una comunión perfecta entre la parroquia marista y el conjunto leonés, que, a pesar de la pérdida de potencial por la crisis, ha sabido competir en Europa contra rivales que tienen mejor plantilla, al menos sobre el papel. Hay detrás una legión de fieles. Para muestra un botón. El Hannover ganaba de tres y parecía que tenía los dos puntos en el bolsillo. Casi no quedaba tiempo para la gesta. Y entonces sonó el ‘Ademar mi fiel amigo’. Toda la afición entonó el himno y la plantilla, inmensa en los esfuerzos, creyó en la remontada. Nunca bajaron los brazos. Y así llegó el empate, pero aún faltaba un minuto y el conjunto alemán atacaba para ganar.
Cientos de bufandas miraban al cielo mientras sonaba el ‘sí se puede’. Hubo varias tentativas. Todas bloqueadas por la defensa y la afición leonesas que arrinconaron a un Hannover que acusó el estruendo de la grada en el tramo final.
El pabellón, como ya es costumbre en la competición europea, aclamó, puesto en pie, a cada uno de los jugadores del Ademar. El sueño de los cuartos sigue latiendo en León. Todo es posible en este escenario.