El Barcelona tira la Liga (1-0)

El Barça se presentó en Valladolid con la idea de meterle presión al Madrid en la cabeza de la Liga y se marchó muy tocado, con la tercera derrota en los últimos seis partidos (1-0) y diciendo casi adiós al campeonato.

La peor versión del equipo azulgrana en toda la temporada naufragó en el José Zorrilla ante un rival que arrancó la tarde en puntuación de descenso y pescó tres puntos de oro para mantenerse en Primera. Partidazo de Javi Guerra, Manucho y Bergdich al margen, una vez más, los azulgrana cayeron derrotados porque mostraron su cara más indolente, pasota, como si el campeonato ya no fuera con ellos. A dos jornadas de viajar al Bernabéu a jugarse la Liga, el Barça sufrió un naufragio colectivo, perdió buena parte de su crédito y demostró muy poco amor propio.

Las señales de alerta se dispararon al inicio de la segunda vuelta y el rojo de peligro inunda ya todo el entorno culé. Ni ganas, ni intensidad, ni juego. El Barcelona no puso nada sobre el tapete del Zorrilla y anticipó unas cuantas jornadas antes el fin de ciclo que se anuncia para el final de temporada, con el adiós de Puyol y Valdés y la presunta revolución en el plantel que prepara la dirección técnica.

Desde bien pronto se vio la actitud que tenían unos, que se jugaban la vida por seguir en Primera, y la de los otros, que también tenían un partido decisivo, por sus aspiraciones al título, pero que no lo parecía. Manucho sujetaba a los centrales y Guerra y Bergdich entraban con peligro por las bandas. El Barça era un coladero en defensa y en ataque. Messi y Neymar ni estaban, ni se les esperaba. El choque se le puso además bien pronto cuesta arriba al equipo de Martino. Al cuarto de hora, Rossi recogió un rechace tras varios disparos y batió a Valdés

El Barça no podía empezar peor. El Valladolid, con dos o tres toques, se presentaba en el borde del área en posiciones de peligro y ganaba cada balón dividido, cada rechace, cada pelota aérea, no sólo por intensidad, sini también por concentración, colocación y por interés. Ni Xavi, ni Busquets ni Cesc daban con la tecla para armar un juego decoroso. La primera parte azulgrana fue de horror.

En la reanudación, hubo una especie de espejismo en el que dio la impresión de que los azulgrana se pusieron una pizca las pilas. Dieron un paso adelante aunque de manera tímida. Porque cuando se tiene prisa, la precisión suele brillar por su ausencia. Pero el equipo estaba plano y sin tirar a puerta no es posible voltear un partido. Salvo un par de amagos de Messi, nada de nada. Hecatombe. Sin pretenderlo, los de Martino le sirvieron en bandeja la Liga al Madrid.