Diario de León

PERFIL DE SIMEONE

El mesías del Calderón

'El Cholo' obra el milagro de transformar un club deprimido en un equipo campeón

Los jugadores del Atlético de Madrid mantean an su entrenador, el argentino del Diego Simeone, tras lograr el equipo el título de la Liga de Primera División

Los jugadores del Atlético de Madrid mantean an su entrenador, el argentino del Diego Simeone, tras lograr el equipo el título de la Liga de Primera División

Publicado por
IGNACIO TYLKO | MADRID
León

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Ídolo de la afición, alma de guerrillero, espíritu de campeón y técnico en potencia desde que ejercía de líder sobre el campo cuando conquistó el doblete con el Atlético de Radomir Antic en 1996, el Cholo Simeone ha obrado el milagro de transformar un club cainita en un equipo campeón, capaz de conquistar la Liga con los mejores números de su historia y de presentarse en la final de la Champions 40 años después de la derrota sufrida ante el Bayern de Múnich, en el estadio Heysel de Bruselas, por el conjunto que dirigía el también argentino Juan Carlos 'Toto' Lorenzo y gobernaban Adelardo, Luis Aragonés y Gárate. De la leyenda del 'Pupas', de un sinfín de lamentos, excusas y un victimismo enfermizo de los padres y abuelos colchoneros al optimismo y la felicidad plena de esos jóvenes que ya no sólo saben por qué son del 'Atleti', la mayoría de cuna, sino que lucen con orgullo la rojiblanca.

Cuando el Atlético recurrió al técnico porteño hace dos años y medio buscó la antítesis de Gregorio Manzano, un buen estratega jienense que, sin embargo, no supo transmitir alegría y fue destituido porque sus jugadores estaban deprimidos, apeados de la Copa por un Segunda B y desorientados en la Liga, a 10 puntos de la zona Champions y a sólo cuatro del descenso

Simeone reunía el perfil de revulsivo, pero era utópico pensar en una transformación sin parangón. En sus primeros meses de trabajo ya conquistó una Liga Europa y la Supercopa de Europa, tras apabullar al Athletic y al Chelsea, respectivamente. Un curso después tocó la gloria con el título copero sellado en el Bernabéu ante el atribulado Real Madrid de José Mourinho y en esta campaña ha logrado un imposible.

El Atlético "va en serio", "se lo cree" y encuentra "razones para soñar". Titulares de este tipo encabezaban las crónicas cuando se imponía a su eterno rival en el Santiago Bernabéu y encadenó ocho victorias consecutivas en el arranque de campeonato, hasta que llegó su primera derrota, ante el Espanyol de Javier Aguirre, en Cornellà-El Prat. "Hechos, no palabras" La crítica hacía cábalas y los hinchas alimentaban sueños de grandeza, pero en el vestuario nadie sacaba pecho. Simeone exigió a sus 'cholitos' no hacer cuentas, al menos en público, ni pensar más allá del siguiente partido. "Nos remitimos a los hechos, no a las palabras.

Los números y las estadísticas están ahí, para que la prensa y los aficionados jueguen con ellos, pero nuestra única realidad es el siguiente partido", repitió Simeone, de forma machacona. Sólo a falta de cinco jornadas modificó su discursó y concedió hablar ya de "final a final".

Simeone hizo crecer de forma exponencial a unos profesionales abnegados que juegan como entrenan y reflejan en el campo el 'modus operandi' de su técnico en el banquillo. Disputan cada balón como si fuera el último y la mayoría de jugadores se han revalorizado de forma exponencial. "Quiero un equipo que presione, se junte, robe y sea veloz y concreto. Que recupere la idiosincrasia del Atlético", proclamó el preparador sudamericano cuando aterrizó en diciembre de 2011. Se le comparó con Maguregui, célebre por las chanzas sobre sus sistemas ultradefensivos, cuando afirmó, sin ambages, que se conformaba con tener una ocasión, marcar y ganar.

Alternativas Se le asemejó también a José Mourinho tras la ida de la semifinal de Champions ante el Chelsea, pero sería injusto tachar de defensivo a un entrenador que se adapta a varios registros y es capaz de incluir en el mismo equipo a Koke, Arda Turan, Raul García, Villa y Diego Costa, y apostar por laterales como Juanfran y Filipe Luis que son más bien extremos.

Obsesionado con las jugadas de estrategia que tantos puntos han dado al Atlético, supo plantear cada partido según convenía. En muchos buscó esperar atrás y sorprender con pelotazos a la espalda de la defensa y en otros decidió que había que llevar la iniciativa, tocar más y ser algo paciente. Pero siempre desde la velocidad y el buen manejo de los espacios.

¿Aguantará el ritmo este Atlético? Esa fue la pregunta del millón de los tertulianos a lo largo de la temporada. Con una plantilla justa, rotaciones limitadas y ese ritmo infernal con el que acometía cada partido, lo normal era pensar que se caería en el tramo decisivo. Las derrotas ante Almería y Osasuna apuntaban al declive, pero, gracias al extraordinario trabajo del 'profe' Ortega, a la carpeta secreta del 'Mono' Burgos y la exigente pretemporada en tierras segovianas, con hasta tres sesiones al día, los jugadores acabaron a pleno rendimiento. Salvo en el lateral zurdo, donde el nivel de Insúa no alcanzaba para suplir a Filipe Luis, el nivel del bloque apenas se resintió jugase quien jugase.

Por encima quizá del juego, más intenso y práctico que bello, y de los excelentes resultados, la religión de Simeone obró el milagro de llevar la paz social a un club en guerra civil entre la afición y los dueños de la entidad. El Cholo es un icono que focalizó la atención, unió a las masas y logró que la grada fuera una voz en favor del mesías y de sus discípulos. Desde su aterrizaje no se escuchan ya ni los ecos de aquellos gritos de "¡Gil, c..., fuera del Calderón!", o "¡Cerezo, queremos tu pescuezo!". Con el tribunero preparador en el banquillo, los cánticos invitaron siempre a presumir de ser el primer equipo de la capital o a volver a ser campeones como en el 96.

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