Diario de León

León sigue a la estrella

La afición abarrota el Reino de León, vive la fiesta de la selección y dedica a Piqué una pitada que puede pasar factura.

Magín anima a la grada de la tribuna oeste.

Magín anima a la grada de la tribuna oeste.

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SERGIO C. ANUNCIBAY | LEÓN
León

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A la fiesta de La Roja no estaba invitado Piqué. El defensa del Barcelona fue el centro de todas las críticas, el blanco perfecto para una mayoría notable de la afición que no le perdona su desliz en la celebración del triplete ni su posicionamiento político. Nada que ver con el fútbol, pero la grada, repleta como antaño, acosó desde el principio al jugador catalán.

Hubo referéndum y el resultado fue más que contundente. Al central azulgrana le han pasado factura sus últimas declaraciones, al menos en León. Ni Manolo ‘el del bombo’, que hizo de mediador, puso cordura. Daba igual lo que hiciera Piqué sobre el césped. Los pitos le acompañaban en cada una de sus acciones, incluso cuando saltó por primera vez a calentar.

Nada que ver con el resto. Todos, con esa única excepción, recibieron el cariño de una ciudad volcada con la llegada de la selección.

El estadio era un auténtico hervidero de gente bastante antes del partido. Desde las siete de la tarde había aficionados por los alrededores del campo. Querían ver de cerca a sus futbolistas predilectos, pero ayer tampoco fue posible. El autobús de Alsa que acercó al equipo hasta el Reino de León tenía las lunas tintadas y el paseíllo de los internacionales se redujo a un par de metros. Un visto y no visto, en contraste con el calor que desprendían los seguidores.

Se echó en falta algo más de cercanía por su parte, aunque algunos afortunados consiguieron el preciado autógrafo. Lo de las fotos era harina de otro costal.

No importaba. Los seguidores leoneses estaban como locos. Padres, niños, niñas... Todos iban a una, al menos cuando no aparecía Piqué de por medio. Bailaron las miles de banderas que la Federación repartió para crear ambiente; sonaron las trompetas y el rojo tiño cada una de las gradas de un campo que añora tiempos mejores; tararearon a capela el himno de España y respetaron el de Costa Rica, que también contó con el apoyo de su gente. No eran pocos los ‘ticos’ repartidos por el estadio. Eso sí, la comunión fue perfecta, con independencia de los colores.

Así durante varias horas. Primero en las inmediaciones del Reino, donde se arremolinaban los más jóvenes. Y después en las tribunas y fondos de un campo que por primera vez en muchos años se ha quedado pequeño.

No cabía un alfiler. Tampoco en el palco, más lleno que de costumbre. Incluso había hasta una zona VIP para los ‘enchufados’. Pero todo eso quedará en el recuerdo. Poco o nada se hablará estos días del ambiente festivo que ha acompañado a la selección durante su estancia en la ciudad. Lo que está bajo los focos es la tremenda pitada.

De hecho, las televisiones nacionales esperaron tras el partido en las escalerillas de la puerta 20 para preguntar a los aficionados si habían pitado a Piqué y cuáles eran sus motivos. Hoy saldrá en casi todos los telediarios. Seguramente no dirán que hubo bastantes personas que intentaron acallar ese ruido con aplausos, aunque no es menos cierto que los reproches fueron mayoritarios.

Es muy probable que tras el paso por León también se reabra, por enésima vez, el debate en la portería del Madrid. Keylor Navas firmó un auténtico partidazo y Casillas lo vio desde el banquillo. A De Gea prácticamente ni le probaron. Pero fue el capitán de La Roja quien más apoyos recibió, junto a Isco y a Ramos, los tres jugadores que escucharon como el Reino coreaba sus nombres en varias ocasiones. También sonó varias veces el manido —al menos desde que se gana— ‘Yo soy español...’ Magín y Manolo hacían de maestros de ceremonia. De un lado para otro, con sus respectivos bombos, caldearon un Reino de León que no lo tendrá fácil para vivir otra noche como la de ayer. El problema con Piqué no ha gustado ni a la Federación ni a sus compañeros de vestuario, a pesar de las declaraciones que ha hecho Marcelino Maté. Entre bambalinas deslizaban ese malestar. ‘Libertad de expresión’, defienden quienes protestaron.

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