Los ingredientes más genuinos y reveladores de los aluches

Si hay un corro, si hay un encuentro deportivo (y más), si hay una manifestación de lo nuestro, si hay una síntesis reveladora de la Lucha Leonesa, ocasión de la que uno se siente felizmente obligado a hacer la demandada «misión», esto es el Montaña-Ribera.

El corro más especial, en el que es inevitable sentir los aluches en toda la extensión e intensidad de sus componentes de tradición y actualidad. Al modo tradicional se lucha: el de los retos de pueblo o comarca en los que el ¿Hay quién luche? se lanzaba, y lanza, con el más honroso orgullo de la tierra enraizada, contra quien estuviera, esté, dispuesto a aceptarlo. Desafíos históricos en los que se fraguó la leyenda de personajes hechos romance y canto.

De la manera más singular se hace «partido». Se ha dicho (y así, efectivamente sucede) que no hay ninguna otra disciplina en la que de un mismo equipo, en defensa de un mismo afán, formen parte los que comienzan a practicarla, la sustancial y escondida base, con los consagrados campeones, los que la afición aclama. En la forma más entrañable y grande, en la que intentan rastrear y recuperar valores las más altas instancias deportivas, culturales... dos humildes simbólicos trofeos reconocen la mayor entrega: un mazapán para el mejor en derribar contrarios, un gallo para el último en pie, para su bando. ¿Qué más y mejor Clásico, tan actual?