Diario de León

Un campeón entre el almacén y el asfalto

Trabajo durante el día, entrenamiento por la noche y carreras el fin de semana conforman el libro de ruta de Alberto González.

Hasta las ocho de la noche Alberto González trabaja en un almacén de suministros industriales. A partir de esa hora se pone las zapatillas y sale a entrenar.

Hasta las ocho de la noche Alberto González trabaja en un almacén de suministros industriales. A partir de esa hora se pone las zapatillas y sale a entrenar.

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MIGUEL ÁNGEL TRANCA | LeÓN

Alberto González no se considera ejemplo de nada, más bien un deportista que ha tenido que compaginar su pasión, el atletismo, con el trabajo para poder vivir. Desde que en el año 2000 cuando tenía 20 hasta día de hoy en ambos escenarios ha tenido que desenvolverse. Y además con notable éxito. Sabe que muchos como él no pueden vivir del atletismo y se ven abocados a tener que hacer hueco a sus jornadas laborales para poder calzarse unas zapatillas y correr. Pero esto no le ha desanimado a seguir creciendo y, en la actualidad a punto de cumplir los 38 años, ser uno de los referentes del atletismo popular leonés. Y también de los más laureados tanto a nivel amateur como en campeonatos nacionales.

Nacido en Audanzas del Valle aunque residente en La Bañeza, este campeón ha conformado su carácter a base de sacrificio. «No soy un superman ni tampoco alguien especial. Me considero uno más de los miles de atletas que en España sienten pasión por este deporte pero por motivos laborales no pueden dedicarle el tiempo que requiere. Pero aún así disfrutar cuando se ponen unas zapatillas para correr, sea en competiciones o simplemente para entrenar».

Para Alberto el atletismo lleva en su vida desde los 20 años. «Reconozco que he sido un atleta tardío. No un deportista ya que con anterioridad practiqué el fútbol y el fútbol sala», precisa. Fue precisamente en el trabajo cuando le empezó a picar el gusanillo de este deporte. «Aunque parezca algo raro fue en el trabajo cuando empecé a practicar el atletismo. En esos momentos estaba en una empresa de la construcción y fuera de casa. A mi jefe le gustaba correr y aprovechaba los momentos de descanso de la jornada para practicar este deporte. A mí me quedaban dos cosas por hacer: o esperarle en la furgoneta a que acabara o ir con él. Y decidí lo segundo. Ahora con el paso de los años puedo decir que elegí la opción acertada».

Tras esa primera experiencia y viendo que el cuerpo respondía el atleta bañezano decidía dar un paso adelante. «Un día me dijeron que cerca se iba a disputar una carrera. Aunque al principio me lo pensé luego me propuse probarme. Y no fue nada mal. De ahí a la siguiente y a otra más, la tercera, en la que logré hacer podio. Fue una experiencia tan gratificante que a partir de ahí decidí que ese podía ser un escenario propicio para mí».

Fueron los primeros pasos para un atleta que tenía que hacer hueco a los entrenamientos quitándose tiempo de los momentos de asueto. «Por aquel entonces trabajaba en la construcción y a veces tenía que hacer encaje de bolillos para poder entrenar varios días a la semana, evitando también que el cansancio me desanimara».

Pero el salto de calidad e intensidad tenía para Alberto un nombre propio, el de Antonino Baños. Atleta y entrenador de reconocido prestigio, en una carrera se fijó en Alberto, más bien en su forma de correr, «y me dijo si quería entrenar con él. Fue en una media maratón de La Bañeza. Aún recuerdo ese día porque a partir de ahí el atletismo para mí iba a convertirse en más importante. Mi sueño se hacía realidad: podía entrenar con deportistas de la talla de José Manuel García, Roberto Lorenzana y Martín. Fue un paso adelante muy importante».

Desde aquellos primeros años con las zapatillas de correr en sus pies Alberto ha ido creciendo. Siempre compaginando el mono de trabajo con el chándal, las botas de seguridad con las zapatillas de tacos. «Si quieres hacer realidad tus sueños tienes que sacrificarte. En mi caso unos años me planteé poder dedicarme por completo y en exclusiva al atletismo pero salvo casos contados, de este deporte no se vive y al final he tenido que compaginar trabajo con pasión. Es duro y exigente, pero a mí el entrenar después de una jornada de trabajo que acaba a las ocho de la noche y dedicar los fines de semana a correr sobre asfalto, campo a través e incluso pista es algo que me llena, me hace abstraerme de ciertos problemas que podemos tener en el día a día... e incluso conocer muchos amigos», precisa.

Ni los contratiempos en forma de lesiones, y graves, han hecho mella en su carácter. En 2011 viví una experiencia amarga. Trabajaba en la construcción y estaba subido a una estructura. En ese momento esta se fue el suelo y yo al intentar evitar irme al suelo con ella salté desde una altura de tres metros con tan mala suerte que del impacto me rompí la rótula por cinco sitios. Estuve un mes escayolado, cuatro de baja y un año sin poder practicar el atletismo. Fueron momentos duros que me sirvieron para darme cuenta del valor de ciertas cosas. Tal vez cortaron mi proyección de forma muy significativa, pero luego he podido volver y llegar a un nivel muy alto».

En los últimos años Alberto ha dejado la construcción por el trabajo en un almacén de suministros industriales. «No es tan físico pero también tiene su parte de dureza», precisa. Durante la mañana y la tarde su mente está puesta en el apartado laboral. «Hay que vivir y si quieres hacerlo de una manera tranquila debes trabajar. Eso lo tengo claro». Tan claro como que a pesar del cansancio Alberto es capaz de quitarse el mono de trabajo, las botas y dejar atrás un buen número de horas en JJ Stores para ponerse el pantalón de correr, una camiseta y unas zapatillas y salir a correr. «Lo hago casi a diario a las ocho de la noche. En verano es de día pero en invierno siempre me toca de noche», precisa el multicampeón de la Copa Diputación de carreras populares.

«Aunque pueda parecer que lo peor es entrenar tras una jornada de trabajo con el consiguiente desgaste físico, en mi caso tal vez es hacerlo muchos días en solitario y sobre asfalto. En invierno no te queda otra porque el resto de amigos que pueden entrenar conmigo como Pablo Villa, Javier Fernández o Pedro Rubio tienen horarios distintos. La oscuridad también te lleva a tener que entrenar por el centro y las calles de La Bañeza. No puedo hacerlo en otros lugares al no haber visibilidad y al no existir también cerca una pista para que no sufran las articulaciones. El asfalto si lo utilizas con asiduidad no es nada bueno».

Alberto no sabe cuantos kilómetros hace a la semana. Y menos al día. «No sólo son los de los entrenamientos y las carreras, también los del trabajo ya que al hacerlo en un almacén tan grande no miento si digo que cada día en este apartado llego a los 20».

Eso sí, no oculta su agradecimiento a sus jefes. «Conmigo se portan de maravilla. También otras personas que me han apoyado en lo que he hecho. Y también aquellas que reconocen el sacrificio que conlleva hacer realidad tus sueños. No soy el único que compagina trabajo y deporte. Hay miles más y a todos hay que reconocerles su gran mérito».

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