Diario de León

david flecha: de león a américa (capítulo iii)

Lima es para comer y quien desee entender...

Miles de kilómetros recorridos y parada en Perú. Un nuevo país más tras Argentina y Chile en el trayecto del leonés David Flecha por toda América. En Lima, parada para ofrecer varias conferencias sobre el judo, y muchas sensaciones en un viaje que aún vivirá muchos capítulos más.

El leonés David Flecha en una calle de Lima, ciudad que a este viajero le proporcionó sensaciones muy positivas y que siempre recordará. DAVID FLECHA

El leonés David Flecha en una calle de Lima, ciudad que a este viajero le proporcionó sensaciones muy positivas y que siempre recordará. DAVID FLECHA

Publicado por
León

Creado:

Actualizado:

DAVID FLECHA | LIMA

Hace unas semanas, mientras seguía este viaje hacia Alaska, la Federación Peruana de Judo se hizo eco de mi viaje; y con la intención de que pudiera colaborar con su equipo, me propusieron la idea de trasladarme hasta Lima con el objetivo de impartir algunas clases. No me lo pensé, y viajé desde Santiago de Chile hasta Lima aprovechando la oportunidad de que en varias semanas su equipo nacional participará en tres copas del mundo. Era la mejor fecha para no romper con la continuidad de los entrenamientos y las sesiones que tienen programadas hasta la fecha, y no me importaba cambiar mi plan de viaje, ya que después de Lima podría viajar hasta Bolivia, país que me salté de la lista por trasladarme a Perú.

Estaba ilusionadísimo por varias razones. Había conocido a su equipo deportivo dos años atrás, en un torneo al que viajé cuando era entrenador en Colombia, y les había visto medirse a otros deportistas. Me quedé impactado cuando, nada más llegar, dos años después de aquella primera impresión, reconocí a todos y cada uno de los muchachos que aquella vez ví sobre aquel tatami; y, tengo la impresión de que, o el tiempo pasa demasiado rápido, o estos jóvenes han crecido rompiendo con todo lo que se les pone por delante. Creo que en este caso es más lo segundo…porque esa transformación, ha tenido que ser, seguro, a base de trabajo, trabajo y más trabajo (pocos secretos más hacen falta para llegar lejos en este deporte), y también lo sé porque después de haber estado con ellos en varias sesiones de entrenamiento necesité frenar porque me dolía todo, y cuando digo todo… Es todo, sumado a que mis pies acabaron convirtiéndose en un campamento de grietas, llagas y durezas que hasta me impidieron caminar algunos días.

Otra de las razones por las que quería llegar a Lima era mucho más personal, María Martínez, la jefa de entrenadores es de León, fue mi entrenadora y preparadora física cuando yo era competidor, -aparte de ser como una madre para mí-, y volver a estar con ella era un regalo que no podía desaprovechar. Tras haber pasado tres días en Santiago de Chile viajando en carretera desde Quellón, editando alguno de los vídeos, comiendo empanada y visitando algunos amigos, viajé hacia Lima, me sorprendieron varias cosas nada más llegar; una de ellas y que seguro no te deja indiferente si eres nuevo en la ciudad, es el tráfico -creo que nunca había estado en una ciudad donde conducir fuese tan ‘jodidamente’ caótico-.

María me confesó: -tardé seis meses para decidirme a conducir en esta ciudad-, eso si no te toca subirte a un bus hecho de óxido y asientos a medio hacer, que va sorteando al resto de coches mientras un ayudante saca la cabeza por la ventanilla gritando las calles a donde se dirige, con un sol infernal que te abrasa todo el cogote y un continuo pitido de claxon de todos y cada uno de los coches que quieren adelantarte, -lo más parecido a subirte a unos coches de choque pero sin escuchar Camela de fondo-.

Si además vienes de fuera pensarás: -pues deben de tener unas normas muy particulares porque no veo ni un solo golpe con todo este caos-; la respuesta de María fue más que clara: -sí, aquí la norma es la siguiente: -si tu coche es más grande pasa antes, si mete antes el morro pasa antes, si va más rápido pasa antes, da igual si tiene que cruzar uno, dos o tres carriles… pasa antes- hay que tener mucho sentido del humor para soportar algo así a diario, y claro, María lo tiene, -aparte de que ser cazurra seguro que le ayuda bastante-, paso yo y punto; que ya lo dice el dicho… ‘perro grande no mata camión’, y si yo fuera tú no me atrevería a discutir con María…

El peculiar tráfico de la capital peruana. D. FLECHA.

No sé si lo sabes, pero Perú es el único país en el que la Coca-Cola no ha triunfado a nivel de ventas porque le ha superado una vecina de casa llamada Inka Kola, que por cierto, está buenísima y es obligatorio tomar con su tradicional comida china-peruana, ‘Chifa’ que llaman ellos-, un día me lo dijo un tal Chiquito Zegarra que vive por aquí y nunca pasa desapercibido…

Parece un país donde lo mejor se queda en casa, no se exporta,-excepto el mineral-, quizás porque valoran mucho lo propio, porque a pesar de todo su caos existe algo misterioso que hace que todo tenga más sentido,y creo que tres o cuatro semanas no son suficientes para entenderlo y siento mucha nostalgia por irme sin poder apreciarlo.

Otra de las razones por las que quise venir a Lima fue por supuestísimo su comida.

Si vienes a Lima tienes que echarte a la calle, olvídate de restaurantes y centros comerciales…eso son chorradas,-como mucho, si quieres tirar de billetera, date el lujo de visitar un Astrid y Gastón en San Isidro o un EDO Sushi, que fusiona la comida japonesa con peruana de manera exquisita-, pero tampoco abuses…

El sitio más lujoso para comer tiene que ser, para sacarle partido a esta ciudad, un mercado de barrio como mucho, lleno de gente y sudando como un ‘chicano’, pelándote a codazos con el que tienes al lado y fijando la vista como un perro de presa en que una banqueta se quede libre, -no sé si tiene algo que ver con el ‘Chavo del 8’… pero en Don Ramón, dentro del mercado de Jesús María, se cocina bien rico, pero te aconsejo…vete poco a poco…porque como quieras abarcar todos los platos en tan poco tiempo, va a llegarte un momento en el que tu estómago no va a dar más de sí, y cuando eso pasa…ya sabes que viene después, -que a mi me ha tocado y ya estoy tres kilos por abajo-. Si tienes guía particular porque conoces a alguien, el mío fue de los buenos porque era ‘pandillero del barrio’, dile que te lleve a Jirón Sandía, a la cevichería La Caleta del Burro; créeme, su ceviche es ‘bocata di cardenale’; Franco Loza, mi guía, me dijo: -hay barrios en los que si no eres de casa…es mejor no pisar, que el almuerzo puede salirte muy caro…-.

El ceviche, que es la cima de la gastronomía peruana es lo máximo, fresco, sabroso,… vamos, -todo un orgasmo de sabores-, el Antichucho hecho a base de pulmón y casquería…no esta mal, pero sinceramente…la asadurilla del Rincón de Lucas le da a mi parecer mil vueltas, la ‘Carapulcra’, que si es de casa de mamá está siempre mucho mejor, está de muerte…y otras tantas cosas que se comen en la calle como la chicha morada, la cancha con chile, la quinoa caliente, el lomo saltado, camote y otras tantas que harían de esta lista algo muy extenso… Ahora toca hablar de los postres, mazamorra de chicha morada, helado de lúcuma, picarones, torta de manjar…¡no entiendo porque me tengo que ir de aquí!

Ceviche Ramón, en la ciudad de Lima. D. FLECHA

Vale, dejemos ya de hablar de comida…porque ahora le toca al pisco: pisco sour de maracuyá, pisco sour de hierbabuena, pisco sour de lúcuma, de granadilla, sandía, melón,….te lo advierto, ten mucho cuidado…esa bebida pasa factura, te hace cometer locuras y es mejor no tener ningún amigo canalla al lado con el móvil en la mano, ¡que al final todo se sabe!

Perfecto, ahora, piensa en todo lo anterior pero sumándole dos sesiones diarias de entrenamiento (de dos horas cada una), unas cuatro semanas anteriores caminando a diario de un sitio para otro con la mochila al hombro comiendo a base de pan y fiambre, recorriendo cerca de 4.000 kilómetros en autoestop y sabiendo que en algún momento tu cuerpo va a necesitar parar.

Eso es lo que me ha pasado mientras estaba en Lima…al cuarto día ni siquiera podía caminar, creo que mis pies nunca me habían dolido tanto, mi estómago, que estaba malacostumbrado de estas cuatro semanas atrás…lo saturé demasiado con ceviches y ‘chifas’, la cantidad de sol que tomé estos días atrás junto con este calor de Lima…me venció, y saturarme con el judogui puesto entrenando con chavales que, os lo advierto, no se os ocurra mediros a ellos porque os dejan en vergüenza… hicieron el resto, muy deportivamente, eso sí.

Creo que un buen recuerdo que me llevo de esta ciudad, muy aparte de la calidad humana de algunos amigos que hicieron mi estancia más fácil, es su atardecer; desde cualquier punto de la ciudad puedes ver al caer la tarde un horizonte anaranjado que dibuja de manera perfecta el contorno de las edificaciones coloniales más altas, es una imagen que se te queda grabada en tu retina emocional cuando paseas por el centro y sabes que de alguna forma sentirás algo de nostalgia al dejar atas todo esto.

Ahora, desde el aeropuerto de Lima en dirección a Cuzco, tengo la sensación de que vuelvo a retomar por fin el ritmo de antes, a no volver a hacer de la rutina ni un solo plan diario, a improvisar el día de mañana, a echarme la mochila al hombro para seguir viajando, y hacer de mi experiencia una suma de riquezas muy diferente a las que un día se llevaron de esta tierra. Quizás porque la forma más fácil de sentirse perdido es quedarse siempre en el mismo sitio, o porque lo único que me quedará el día de mañana será un buen recuerdo y la idea férrea de creer que lo mejor está siempre por llegar, sin olvidar que este instante es el que cuenta, y quien quiera entender… que entienda.

Una estampa idílica de la zona de Quellón. D. FLECHA

tracking