Diario de León

La batalla se desató fuera del campo

■ El fracaso de Tsunami en convertir el Clásico en altavoz independentista dio alas a los violentos ■ Hubo barricadas, fuego, peleas y numerosos disturbios que se saldaron con varios heridos y detenidos

Aficionados en la grada del Camp Nou, durante el partido aplazado de la décima jornada de Primera División entre el Barcelona y el Real Madrid. ANDREU DALMAU

Aficionados en la grada del Camp Nou, durante el partido aplazado de la décima jornada de Primera División entre el Barcelona y el Real Madrid. ANDREU DALMAU

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Melchor Sáiz | Barcelona
León

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Del acto reivindicativo y no violento a escala planetaria no hubo nada. Tsunami Democràtic no anduvo ni siquiera cerca de conseguir su ambicioso objetivo de convertir el clásico en un enorme altavoz que llevara la causa independentista catalana a los más 700 millones de espectadores del partido. La plataforma que hasta ahora se había apuntado éxitos indiscutibles como los de colapsar el aeropuerto de El Prat o las fronteras terrestres con Francia, pinchó en el Camp Nou. Sus acciones sorpresivas y pacíficas que iban a hacer hablar de la crisis catalana en todo el mundo se quedaron en un tímido lanzamiento de pelotas de playa al campo y un par de pancartas. Al final, el fracaso de Tsunami lo que sí hizo fue dar alas al independentismo más violento que volvió a tomar las calles con barricadas de fuego como hizo en octubre y noviembre tras la sentencia del procés.

Pero antes del encuentro no pasó nada. Absolutamente nada. Los activistas de Tsunami se dedicaron a repartir 100.000 cartulinas azules del ‘Spain, sit and talk’ (España, siéntate y habla) el lema independentista que la plataforma pretendía hacer este miércoles viral a escala planetaria. El grupo también repartió infinidad de caretas con el rostro de Leo Messi para confundir a los servicios de seguridad durante alguna de las ‘performances’ que debían hacerse en el interior del estadio y que luego nunca llegaron.

El problema surgió al acabar el partido. Varios centenares de encapuchados solo tardaron minutos en hacerse fuertes en las inmediaciones del Estadio, donde la campaña campal se desató a mitad del primer tiempo, cuando los agentes tuvieron que emplearse a fondo, incluido el uso de gases y el lanzamiento de balas de foam, para que los encapuchados no entraran por la fuerza al estadio. Varios grupos de violentos fueron desalojados cuando ya habían superados las vallas exteriores del recinto. Y a partir de ahí, el caos. De nuevo las imágenes de una Barcelona en llamas, de barricadas por doquier o de lanzamientos de adoquines a los Mossos. Idénticas fotografías de fuego y cargas —con más de una veintena de heridos entre Mossos y manifestantes y al menos cinco detenidos—, pero esta vez en los pudientes barrios de encima de la Diagonal y no en el centro turístico. Y todo con el riesgo añadido de tener que desalojar a 93.000 espectadores.

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