Diario de León

OPINIÓN Xabier Azkargorta

Kimuchi power

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La primera vez que viajé a Corea fue en noviembre de 1996. Aterricé en Pusan y viajé a Taegu, una ciudad de 2,5 millones de habitantes, a unos trescientos kilómetros al sur de Seúl. Allí se jugaba una fase de clasificación para las semifinales de la copa de Asia de clubes. El primer enfrentamiento era entre el Yokohama Marinos y el equipo coreano Pohang, que era el campeón coreano. Primera vez que vi jugar en directo a un equipo coreano y me impresionaron. Corrían hasta por los postes de la luz, sin parar, con una elasticidad y resistencia impresionantes. Pensé que el día en que ajustes sus energías y canalicen sus impulsos pueden hacer grandes cosas en el fútbol. Pregunté a mi amigo, y entonces director deportivo del Yokohama Marinos, Mori si era siempre así y me dijo; es el «Kimuchi power». ¿Qué? El kimuchi es el picante coreano que le ponen a casi todas las comidas, que hace que el estómago se te ponga como un volcán, la lengua de lava y la cara colorada como huevo de ciclista. Dicen los coreanos que este kimuchi les da la fuerza y el poder para demostrar sus cualidades infatigables. Los americanos no tienen kimuchi, aunque han adoptado el chili para darle chispa a la comida basura, pero tienen una cultura al cuerpo muy desarrollada; quien no tiene cien kilos, los levanta, y corren los cien metros sin ruido: el sonido es para la velocidad. Estas características aplicadas al fútbol es lo que nos esperaba en el partido de apertura de la jornada. Muy pronto los dos equipos manifestaron sus intenciones en un planteamiento muy físico, velocidad y ritmo en los asiáticos mientras los americanos explotaban más su fuerza y potencia. Mathis, el fortachón delantero del Washington D. C. ponía por delante a los americanos aprovechando un magnifico pase de O''Brien. Los blancos también la saben meter. No se desanimaron los coreanos del sur. Un público apasionado teñía de rojo las gradas y los jugadores se partía el alma y alguno la ceja como el delantero Hwang Sun. El jefe Bruce había hecho algunos cambios respecto al partido inicial. El capo Maestroeni dejaba su vigilancia aduanera a Reyna quien imponía menos fuerza pero más jerarquía en el juego. De pronto la sospecha asomó de nuevo en el campeonato. Penalti a favor de Corea en una acción no muy clara. Lee Eul disparó y Friedel adivinó la intención del lateral coreano y paró el lanzamiento. Reaccionó con algunos cambios Guus Hiddink y en un constante ataque amarillo se desarrolló la segunda parte. Llegó el empate coreano, se cansó el sargento gorila y los dos equipos cambiaron las hazañas bélicas por las deportivas. Por de pronto, en un grupo con dos equipos europeos, un asiático y un americano son los europeos los que están en apuros. Algunos tendrán que dejar de mirarse el ombligo.

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