Diario de León

Plata de ley para Damián Quintero

El karateca español sube al segundo peldaño del podio en la final masculina de kata sólo superado por el japonés Ryo Kiyuna El malagueño logró una suma de 27,66 puntos con un ejercicio ‘Suparinpei’

Damián Quintero celebra en el podio y con su medalla de plata el éxito alcanzado en los Juegos. AMID

Damián Quintero celebra en el podio y con su medalla de plata el éxito alcanzado en los Juegos. AMID

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Haciendo un sencillo juego de palabras, a Damián Hugo Quintero le apodan ‘Kingtero’, pero ha sido ahora, a los 37 años, en la madurez de su singladura, cuando al fin se ha coronado en el Olimpo, con una ansiada medalla, la de plata. Toda su carrera no es sino un monumento a la constancia, al que le faltaba un remate, una herencia para la posteridad, el podio en unos Juegos, en ese visto y no visto del kárate, que ha debutado en Tokio y dejará de estar presente en 2024 en París. Para el número uno mundial, al líder del ránking olímpico también, este es el culmen de su carrera.

Confianza
Quintero aparecía en las apuestas como una de las mejores bazas de la delegación española

«Es un profesional al que le encanta lo que hace y que es muy persistente hasta que consigue lo que quiere», le describe en pocas palabras su entrenador, Jesús del Moral, el seleccionador nacional y pareja de la medalla de oro femenina en katas, Sandra Sánchez. «Metódico, constante, trabajador y potente en el tatami, que es una gran virtud a la hora de valorar sus katas», añade por la exkarateca Almudena Muñoz.

La guinda
Su segundo puesto en Tokio refrenda su calidad y premia el exigente trabajo de muchos años

Suma y sigue
Damián añade la plata al éxito cosechado un día antes, oro incluido, de Sandra Sánchez

Uno no es exactamente de donde nace, sino de donde se siente. A Quintero le tocó venir al mundo en Buenos Aires, pero a los 5 años con sus padres y hermana mayor se trasladaron a Torremolinos buscando una mejor vida y se crió allí, muy cerca de La Carihuela, en concreto en el edificio Eurotorre, en la calle Al-Andalus, donde siguen sus progenitores. Como muchos deportistas su inicio en la disciplina que ha marcado su vida tuvo un punto casual. Empezó a los 6 años en un ‘dojo’ (gimnasio) frente a su colegio, el Albaida. «Era la comodidad de que había que cruzar solo una plaza. Terminaba las clases a las cinco y me enganchaba desde el minuto uno. Ibamos casi los mismos amigos del cole e hicimos una piña muy buena. La confianza que establecimos fue muy grande con Lorenzo Marín, mi primer maestro. No solo nos entrenábamos allí de lunes, a viernes, sino que los fines de semana nos escapábamos a la playa o a la Alpujarra. Era lo que hacíamos hasta los 10 años», recuerda. Su buen hacer en el Club Goju-Ryu le llevó a la selección española a los 16 años.

Esa primera llamada, para el Europeo cadete dio un giro a su vocación deportiva. Había sido tercero de España, pero el campeón pasaba de categoría y la plata se lesionó. «Ahí ya me di cuenta de algo, de ser semiprofesional, pero sin llegar al punto en que estoy ahora», se sincera. En realidad Quintero siempre tuvo un don para el kárate. Además de Marín, otro maestro deportivo clave en su carrera fue Miguel Ángel López, que como seleccionador nacional de katas se fijó en Damián, que ya se había trasladado a Madrid a los 18 años para ejercitarse en la Blume, y que entre los 20 y los 27 años había atravesado un periodo mucho más complicado. «Pasé de ser campeón de España a no salir a ningún campeonato internacional. Parecía medio estancado». Pero en 2013 cambió la gestión de la federación y se le dio la oportunidad de volver a mostrarse a nivel individual. En esa fase de crisis en su progresión se llegó a plantear «dejar el deporte de lado».

De hecho, se había sacado la licenciatura en Ingeniería Aeronáutica de la Universidad Politécnica de Madrid (le llevó una década), donde el jefe de estudios del centro le avisó de que ningún deportista de alto nivel (DAN) «se iba a sacar la carrera en su vida», anécdota que recordó en su paso por el programa ‘La Resistencia’, el típico escenario a donde no se llega sin ser alguien en su ámbito. «Pero mi familia y los que están alrededor me apoyaron. Esto es como una carrera de fondo, y menos mal que no me arrepentí de dejarlo. Logré el oro en el Europeo y todo empezó a rodar», fue el punto de inflexión para un Quintero que dejó su trabajo en Atos España y profesionalizó su carrera. La certeza de la entrada del kárate en el programa de los Juegos de Tokio, que conoció en agosto de 2015, fue otro subidón. No por casualidad era favorito en las apuestas a medalla, junto a Sandra Sánchez, Para muchos, las opciones más claras de podio en la delegación española en los Juegos de Tokio. Y la respuesta ha sido excepcional: un puesto en la final y la plata como merecido premio.

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