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ATLETISMO

Manolo Martínez: "Para ser campeón hay que tener las cualidades necesarias"

Manolo Martínez en el CAR de León. JESÚS F. SALVADORES

Manolo Martínez en el CAR de León. JESÚS F. SALVADORES

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El excapitán de la selección nacional de atletismo, medallista olímpico en Atenas 2004 y todavía vigente plusmarquista nacional de lanzamiento de peso, Manuel Martínez, reconoce la dificultad de encontrar a un sucesor en su disciplina porque, según señala, "el talento no se moldea, es una lotería".

El exatleta añade que "se trata de tener la suerte de contar con las cualidades necesarias, porque no es algo que pueda entrenarse en su totalidad ya que no se crea genéticamente a un campeón, sino que hay que tener paciencia y poner también las condiciones para que aparezca".

El polifacético "Supermán Martínez", como se le bautizó tras dominar durante varios lustros su especialidad y codearse en todas las competiciones con la elite mundial, se encarga ahora de entrenar a diferentes lanzadores y lanzadoras dentro de la variedad de actividades artísticas y profesionales en la que está embarcado en la actualidad.

Ayer se cumplían veinte años de uno de sus mayores éxitos deportivos, el título mundial en pista cubierta en Birmingham (Inglaterra) donde batió a dos leyendas de su momento, el estadounidense Jhon Godina, que le había arrebatado algún que otro metal, y el ucraniano Yurii Bilonog, que sería sancionado por dopaje tras su título en Atenas, lo que supuso el bronce posterior del leonés.

A pesar de que la medalla olímpica quizá fuera su mayor logro, Martínez reconoce que la que fue la primera medalla de oro española en un mundial en pista cubierta -casi 20 años después llegaría la de Mariano García en 800- pudo constituir "el mayor momento de gloria, al menos en la pista", porque el bronce de Atenas lo saboreó 9 años después..

Sin embargo, el lanzador de peso leonés tiene "difusa" aquella épica competición en tierras británicas, a la que llegaba condicionado por un proceso gripal que a punto estuvo de impedir su presencia, aunque finalmente mostró una rotunda regularidad en toda la competición para acabar imponiéndose por tan solo 1 centímetro -21,24- a dos del que todavía es el récord nacional.

"Es cierto que había olvidado todas las dificultades previas con las que llegué al campeonato y lo que más claro que guardo en el recuerdo es la celebración posterior, porque creo que en competición viví un estado casi de embriaguez, como de estar en una burbuja, en una nube, abducido...", señala.

Tiene más claros otros recuerdos como la cita en el Olimpo de Atenas, un escenario grandioso o el título europeo en pista cubierta conquistado en Viena 2022, un año antes del mundial y que resultó "totalmente inesperado, porque llegaba después de una grave lesión de rodilla".

En todo caso reconoce que ese título mundial de hace dos décadas le hizo sentirse, en aquel momento "casi intocable y eterno, y ese es precisamente el peligro del éxito y la fama, porque no te das cuenta que es efímera", comenta.

Desde su retirada en 2011, la especialidad de lanzamiento de peso perdió el protagonismo internacional, salvo algún éxito esporádico del malagueño Borja Vivas o del actual dominador Carlos Tobalina -que se acerca a la cuarentena-, pero sin un relevo claro.

Ello a pesar de que los éxitos de Manuel Martínez propiciaron la creación del Centro de Alto Rendimiento (CAR-primero especializado exclusivamente en lanzamientos- en su ciudad natal, cuando el que fuera discípulo de Carlos Burón tuvo que entrenar durante su carrera en condiciones inapropiadas para el alto nivel.

Por ello considera que a pesar de las actuales idílicas condiciones que reúne el CAR de León el futuro de la especialidad de lanzamientos en general y de peso en particular "es muy difícil, con realismo, que pueda codearse con una elite mundial que ahora está en el mejor momento de su historia".

Martínez añade que "cuesta ver en el horizonte lanzadores que tengan la proyección para competir regularmente por encima de 21,50 como requieren los grandes especialistas".

A ello se une, según el exatleta, la "enorme diferencia" que existen entre las ayudas, a través de las becas, pero también de los patrocinios, entre el respaldo que recibían los atletas en su época y los actuales.

"El dato es muy ilustrativo, cuando fui subcampeón mundial y campeón europeo júnior tenía una beca de 12.000 euros anuales, mientras que los medallistas absolutos, treinta años después, solo duplican esa cifra con la inflación de tantos años", sentencia.

Ello impide, según su criterio, "que los atletas y en concreto en la especialidad de lanzamientos, puedan dedicar, como se requiere, su atención y preocupación las 24 horas del día, porque un lanzador tarda en formarse casi una década de dedicación exclusiva", afirma convencido.

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