Diario de León
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León

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Raynald Denoueix, un desconocido para el aficionado medio, hizo el milagro en Donostia. Merced a su trabajo en silencio, la disciplina, el orden y la humildad, ha convertido un club a la deriva en un equipo ganador. Ha transformado en un remanso de paz el caos que caracterizó las etapas de John Toshack y Javier Clemente. Con su método, fundamentado en una escuela francesa que se esmera como pocas en la cantera y el equilibrio táctico bien entendido, ha dado solidez a la Real y dotado a los jugadores de una fe y autoestima de la que carecían cuando, temporadas atrás, agonizaban en zona de descenso. Todo es diferente en Anoeta. De su mano, la Real se ha alzado, 23 años después, con el título honorífico de campeón de invierno, el cuarto de su historia. Bien es cierto que, hasta el momento, este privilegio no le sirvió para coronarse al final. En las campañas 30-31 y 33-34, la Real fue el mejor equipo tras las Navidades pero el campeonato se lo llevó el Athletic. Y en la 79-80, la Real comenzó de maravilla pero no pudo aguantar el arreón final del Real Madrid. Cuando, con Alberto Ormaechea, ganó sus dos títulos de Liga, en los cursos 80-81 y 81-82, no fue el mejor equipo tras la primera vuelta. El presidente, José Luis Astiazarán, y el director deportivo, Roberto Olabe, hicieron una apuesta de riesgo con Denoueix.

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