OPINIÓN
Los últimos de la fila
NADA TIENE QUE VER el titular con un grupo musical famoso en la década de los noventa (El último de la fila). Es sencillamente la constatación evidente de la clasificación de los cuatro equipos de nuestro grupo de Segunda B (el grupo primero) cuando a la fase de ascenso la quedan dos jornadas para el final. Últimos en las tablas Zamora, Lanzarote y Pontevedra, ya sin posibilidad de subir la empinada cuesta del ascenso; penúltimo el Universidad con mínimas posibilidades (las llamadas matemáticas, para sí simplemente aritméticas). Conclusión: nuestro grupo era el más flojo y la Cultural ni siquiera pudo clasificarse para participar en la llamada lotería con el premio gordo del ascenso, cuatro de los dieciséis clasificados para optar al premio. Muchos son los llamados y pocos los elegidos. Y ante tal evidencia, que pone al descubierto la dimensión del fracaso habido, se impone reforzar la meditación, contemplando, analizando convenientemente las causas productoras del negativo resultado. Conocerlas primero -por más que el hacerlo no sea precisamente descubrir un nuevo continente futbolístico-, para luego tener buen cuidado de no volver a tropezar en las piedras determinantes -piedras y tropiezos- de cerrar una temporada más con el balance de la decepción como lógica secuencia. La Cultural se encuentra en este momento en la encrucijada de caminos determinante del ser o de no volver a ser en la temporada próxima. La elección correcta de la senda indicada se hace de total necesidad; porque son tantas las decepciones, tantos los años buscando y no encontrando, que la fatiga moral se acusa muy notablemente en los fieles seguidores. Muchos años, muchas frustraciones, muchas situaciones límites, cercanas muy cercanas, a la indigencia, milagrosamente salvadas unas orilladas otras, por el empeño, trabajo e ilusión de muchos que han quedado en el largo y pedregoso camino, con los pies ensangrentados por la decepción del fracaso. Muchos que lo pusieron todo salvando situaciones límites, a quienes recordamos con el reconocimiento de haberse dejado la piel en la quimérica empresa de «aupar» a la Cultural al lugar que por el historial y la representatividad que ostenta, la corresponde. Momento clave el del saber elegir los mimbres adecuados.