Diario de León

Utillero de la Cultural y deportiva Leonesa

«En estos treinta y cinco años he sido más fiel a la Cultural que a mi esposa»

'Jubilarme no significa que no vuelva por aquí. Cedo el testigo a mi hijo Manu y por ello doy las gracias al consejo, pero todavía tendrán a Manolín para lo que este club precise'

León

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El nombre Manuel y el apellido Martínez no dice nada a los culturalistas de pro. En cambio, el diminutivo de su nombre, Manolín, expresa culturalismo por los cuatro costados. Llegó la hora de la jubilación y cuenta sus vivencias en la que él llama su segunda casa. Pero antes, fiel a sus gustos, se sirve una cerveza bien fría y enciende un ducados. -¿Qué se siente cuando llega el momento del adiós? -Después de treinta y cinco años se me amontonan los recuerdos en la cabeza, que en algunos momentos, pese a mi carácter, me emocionan. Ha llegado la hora de mi jubilación. Los años no se detienen. Oficialmente, el domingo fue mi último partido como utillero de la Cultural. Mañana, día 1 de octubre, paso el testigo a mi hijo Manu. Pero yo no me retiraré nunca. Echaré una mano donde haga falta. Mi vida es y será la Cultural. -Habla de recuerdos, ¿Alguno que le haya calado sobre los demás? -Prefiero empezar por los malos, que son los menos, para que después, con los buenos, me quede un buen sabor de boca. Recuerdo los años en los que no se cobraba en tres o cuatro meses. Te daban algo para que fueras comiendo. Algún presidente, cuando te quejabas de que en dos o tres días no habías podido comer nada, te contestaba, ¡Pues tú anda jugando con el estómago! -¿Y de los buenos e inolvidables? -La mejor época fue la de Ángel Panero como presidente. La temporada del ascenso, la 1970/71. De aquella la Cultural era el Real Madrid en pequeño. -¿Con qué se queda, después de treinta y cinco años en el club? -Me queda mucho y muy bueno. Como decía siempre mi mujer, parecía que estaba casado con la Cultural en lugar de con ella. Me he dedicado siempre a la Cultural. En estos treinta y cinco años he sido más fiel a la Cultural que a mi santa esposa. Cobrando o no cobrando, allí estaba. A los jugadores que han pasado por el club nunca les ha faltado de nada. Siempre recordaré lo que espabilé en esta casa. -¿Alguna baja en estos treinta y cinco años? -Cuando la operación de rodilla, en la época de Lillo, estuve tres semanas de baja. El propio Lillo insistió en que me operase. Gracias a él lo hice y no me arrepiento. Me sustituyó Vidal, que por aquel entonces estaba en el filial. Después de las tres semanas daba igual que el equipo fuera a Santa María del Páramo que a Las Palmas. Ahí estaba yo para que a los jugadores no les faltara de nada. -¿Alguna anécdota que se le venga a la cabeza ahora mismo? -Cuando nació el chaval que ahora me va a sustituir, Manu, nos tocó la Copa contra el Castellón. Pues, para allá. Cuando regresé no sólo ya había nacido, sino que casi andaba. -¿Qué se le viene a la memoria en estos días en los que se acerca la jubilación laboral? -Entré aquí nada más cumplir el servicio militar, a los veinticuatro años. Empecé en el Júpiter Leonés, a las órdenes de Cachús. Después, pasé a la Cultural de los Rabanales y luego con don Ángel Panero como presidente y con don Rafa Yunta Navarro como entrenador, que insistió mucho para que yo fuera el utillero de la Cultural. Pienso en estos días que tengo mucho que agradecer a estas formidables personas. -¿La peor etapa que recuerda? -Cuando la operación chatarra, en la que casi era imposible subsistir. Pero hubo otras peores como en la época de Francisco Suárez, cuando llevábamos tres meses sin cobrar y en el momento en el que íbamos a recibir las mensualidades, ese mismo día por la mañana, llegó el embargo de la Seguridad Social de todo el dinero que había puesto el Ayuntamiento para pagarnos. -¿Con qué presidente se queda? -Con don Ángel Panero y con el actual que hay ahora, Antonio García de Celis. Tampoco quiero olvidar a José Elías Fernández Lobato. -¿Y con qué entrenador? -Con Rafael Yunta Navarro. Tampoco olvido a Lillo, ni a Carrete, que pese a que la gente decía que era duro de carácter, tenía un gran corazón. No quiero dejar fuera a Tomé, que le conozco desde juveniles. -¿Con qué jugador se ha llevado mejor? -Con Balles. Luis Ballesteros para mí es como un hijo. Siempre ha estado a mi lado. Se está molestando ahora por muchas cosas para mí. Todos los días le veo y vuelvo a repetir que para mí es como un hijo más. Tampoco quiero olvidar a Ángel Luis y a César Villafañe. El día que me enteré que no seguían en la Cultural me afectó tanto como a ellos. De verdad. -¿Qué impresión le ha causado el actual entrenador, Luis Ángel Duque? -Muy bien. Parece que es, como se dice hoy en día, cachondo. Se lleva muy bien con los jugadores. Les sabe entender fenomenal. Es muy trabajador. Me da que va a desarrollar aquí una extraordinaria labor. ¡Ojalá tenga suerte! -¿La última broma? -Cerrar a alguno en el vestuario y hacerme después el loco o meterles algo en las botas.

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