Diario de León

León, ríos para todos los gustos

Tres mil kilómetros de caudales y treinta y ocho cotos componen una oferta privilegiada

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Pedro Vizcay - león
León

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La provincia de León es, sin ninguna duda, la que cuenta con los mejores recursos para la pesca de la trucha de toda la geografía nacional. Pese al deterioro de los ríos, al que se une la desidia institucional, todavía se conservan magníficos tramos donde la trucha común vive y se alimenta. Las fuentes y neveros de la cordillera Cantábrica nutren con sus aguas de naturaleza caliza unos cauces cuyo nombre suena en todos los ámbitos relacionados con la pesca: Esla, Porma, Órbigo... ¿Qué aficionado de mosca seca no sueña con pescar las tablas floridas del Condado II, el puerto de Pesquera o las corrientes y chorreras de Sardonedo? ¿Y qué pescador de lance no suspira por colocar la cucharilla o la mosca ahogada en el recodo que deja la peña del Torío o entre las hierbas que brotan en la orilla y caen hacia el lecho del Omaña? Pero si miramos hacia el oeste, allí donde las aguas vierten al río Miño, nos encontramos con otros ríos no por diferentes menos atractivos. Desde La Cabrera Baja, donde el pescador busca la soledad entre las aguas que toman el color gris de los fondos pizarrosos, a Los Ancares, donde nacen el Burbia y el Cúa, los aficionados a este deporte pueden encontrar ríos magníficos perfectamente enmarcados en hermosos paisajes y poblados de unas truchas de bravura excepcional y piel salpicada de manchas negras y pintas más rojas que la sangre de toro. Pero es tal vez el río Sil, considerado el padre de todos los ríos bercianos, el que concentra los mayores ejemplares de una trucha común que se aferra a la supervivencia, a pesar de que la producción eléctrica en forma de minicentrales y trasvases, y la contaminación disfrazada de progreso agreden cada día su genuino hábitat fluvial. Cotos de pesca Prácticamente todos los ríos de una cierta entidad están jalonados a lo largo de su curso de acotados para la pesca. Son un total de treinta y ocho, entre los que se encuentran tres de los denominados intensivos. Para los pescadores que disfrutan con la pesca sin muerte habrá que añadir, además de los días sin muerte en los cotos, los tres escenarios deportivo-sociales y los dieciséis tramos libres sin muerte, alguno de los cuales superan a los acotados en densidad de truchas. A diferencia de los tramos libres, sometidos a la presión de los casi treinta y cinco mil aficionados que obtienen licencia de pesca en León, a los que habrá que sumar los que nos visitan de la propia comunidad o de otras, los cotos mantienen una mínima densidad de pescadores alternando jornadas de pesca con días de descanso. La vigilancia, que brilla por su ausencia en los tramos libres, se mantiene con un aceptable nivel, especialmente mientras dura la temporada, en los acotados. Por esta causa, y a pesar de que los furtivos actúan atraídos por la abundancia de truchas, mantienen una buena densidad de peces. Conseguir un buen acotado resulta bastante difícil y laborioso. Será preciso estar atento a la publicación de la orden que regula el plazo de solicitudes, depositar la carta en tiempo y forma, y elegir cotos justo en el día y la hora señaladas por la Jefatura de Vida Silvestre II. Si el titular de una de las siete mil y pico solicitudes que se vienen registrando con un promedio de dos pescadores por solicitud ha conseguido un buen número, podrá pescar tres acotados con muerte y alguno más en la modalidad sin muerte. Si prefiere pescarlos seguidos aprovechando un fin de semana o unas minivacaciones elegirá uno de los recorridos de pesca establecidos este año con carácter experimental. Luego habrá que esperar a que la climatología respete el día de pesca, pues el deshielo o una tormenta inoportuna podrán estropear, sin posibilidad de cambio, la tan añorada jornada de pesca. En este año, cuando apenas falta una semana para que se abra la temporada, todavía no ha concluido el proceso de selección de cotos.

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