Baggio quiere despedirse contra España
DE ITALIA llegan malas noticias para España. Roberto Baggio, ya un mito del fútbol «azzurro», quiere despedirse de la selección en el amistoso contra las «furias rojas» de Iñaki Saéz del 28 de abril. La despedida de «Robi», al que Trapattoni convocará si no quiere ofender gravemente a la hinchada italiana, coincide con la incertidumbre acerca de su definitiva retirada. Contra el convencimiento de «Il Codino» (El Coleta) de que a sus 37 años ha llegado la hora del adiós, llueven los ruegos de los aficionados del Brescia, su actual equipo, y de todo el país para que siga. «Esta vez estoy seguro, me retiro», dijo Baggio a la RAI. Es su última referencia a su futuro, una mala noticia para los hinchas italianos, que pierden al último «fantasista» (jugador genial, artista) del «calcio» y máximo goleador en activo. La última vez que Baggio vistió la camiseta nacional fue en 1999. El deseo de Baggio, el último italiano en conquistar el codiciado «Balón de Oro» del fútbol europeo (1993), no es una buena noticia para España, que se desvela con pesadillas ante la magia de «Roby», sobre todo si echa la vista atrás a los cuartos de final del Mundial de EE.UU. Ocurrió el 9 de julio de 1994 en Foxboro (Massachusetts). Una genialidad de Baggio, a dos minutos del final, firmó el 2-1 y terminó con las ilusiones de España. Baggio recibió un pase de «Beppe» Signori y se fue como una flecha hacia la portería de Zubizarreta, al que superó cruzando el balón. «Del gol en los cuartos, casi al cierre, recuerdo el abrazo con Beppe Signori al final del partido», escribió Baggio en su libro de memorias «Una porta en el cielo». En aquel año, concretamente el 6 de septiembre, Valdano hace debutar en el Real Madrid a un jugador de 17 años. Se llamaba Raúl y con el tiempo se ha ganado los galones de estrella del club blanco y de la selección. Ese chiquillo tenía su ídolo: Roberto Baggio. Génova puede propiciar un encuentro en el que ambos jugadores hagan memoria de su trayectoria profesional. Será un partido de nostalgias. España recordará aquel gol que le cerró el acceso a las semifinales, una «porta» (puerta) que nunca ha podido abrir en la historia de los Mundiales (fue cuarta en el de Brasil de 1950 cuando se disputaba por el sistema de grupos), y que a Roberto Baggio jamás se le puede perder de vista. Ni siquiera cuando ya ha cumplido los 37 (el 18 de febrero).