Kirsipuu desata la batalla de los llegadores en el primer esprint

Cuando el pelotón enfilaba los últimos kilómetros de la primera etapa de este Tour había dejado de llover. El final visto en Charleroi, en el que ganó el estonio Jan Kirsipuu, hubiera podido ser el terreno de una clásica. Ganaba por delante del australiano Robbie McEwen, que a 150 metros de la llegada se cruzó por delante de Alessandro Petacchi, y le cortó su progresión. McEwen fue hacia delante y Petacchi finalizó en octava posición. Mario Cipollini, que se cayó al comienzo de la etapa, no pudo ni siquiera disputar la llegada debido al golpetazo que se pegó. La etapa estuvo marcada por el control de cuatro equipos, Fassa Bortolo, Lotto, Crédit Agrícole y Quick Step, que buscaban con Petacchi, McEwen, Hushovd y Tom Boonen el triunfo en la etapa. El noruego Hushvod, que fue quinto en el prólogo, buscaba algo más, el maillot amarillo que sigue, por cuatro segundos, en las espaldas de Fabian Cancellara. Junto al mal tiempo en muchos momentos de la carrera hay que destacar las caídas que hubo, todas ellas sin consecuencias, que afectaron, entre otros, a Tyler Hamilton, que se cae mucho, Óscar Sevilla, Cipollini o Nicolás Jalabert. El maillot amarillo sigue ejerciendo un poder de seducción enorme sobre los participantes en el Tour. Hubo lucha en los esprints intermedios. Aitor González trabajó para Fabian Cancellara en el segundo de ellos, que ganó Thor Hushvod, en el primero se impuso Bernhard Eisel, en el tercero vencía Stuart O¿Grady, seguido de Cancellara y de Tom Boonen. El líder sumó ocho segundos, por seis de Hushovd. Kirsipuu corre en la misma formación en la que están Mikel Astarloza e Iñigo Chaurreau. Permanece fiel, con sus distintas nombres, desde que debutó en profesionales en 1992, con el equipo Chazal, a Vincent Lavenu. Luego estuvo en el equipo Casino y ahora en el Ag2r, siempre con el mismo director. Ha podido ver con el paso de los años cómo el dinero, contratos más fuertes económicamente, le dejaban sin compañeros como Alexandre Vinokourov y Andrei Kivilev. A los 34 años de edad conseguía su cuarta victoria de etapa en el Tour, la 114 de toda su carrera. Ganaba en un terreno que conoce muy bien, donde ya ha triunfado en otras ocasiones. Es el actual campeón de Estonia de contrarreloj, un país en el que es un ídolo, aunque vive en Francia. No ven el Tour en directo, pero lo siguen por la prensa. En su localidad natal, Tartu, no había muchas posibilidades de hace otra cosa que deporte. Empezó con el esquí de fondo y la bicicleta. Una zona que domina Se dedicó al ciclismo, llegó a Francia y un día, entrenando con su club amateur de entonces, el Dijon Olympique, le dijo su director de entonces sobre la bicicleta: «Ya eres libre». Estonia había obtenido la independencia de la Unión Soviética. En casa de los Kirsipuu habían sido, por tradición, independentistas, un tema que del que era tabú hablar. Su abuela y cuatro tíos abuelos fueron detenidos por la KGB y mandados a un «gulag», donde se encontraban los disidentes políticos. Su padre quiso evitarles problemas a sus hijos. De aquel lugar en el que se alcanzaban temperaturas de 30 grados bajo cero sólo volvió la abuela. Eso forjó el carácter de Kirsipuu, un ciclista fuerte físicamente que garantiza triunfos, eso sí, si no se enfrenta a los mejores. Domina toda la zona que vamos a atravesar, un territorio duro. Ag2r no tiene el mismo equipo para las llegadas que el Fassa Bortolo de Petacchi, «pero siempre hay una posibilidad. Estamos muchos hombres rápidos y en las llegadas influyen diferentes situaciones para poder ganar». Le gustan las clásicas, donde hasta el momento no ha tenido la fortuna de poder ganar una de las grandes. El rodaje que adquiere en estas carreras le suele servir para ganar en pruebas de menos nivel y de vez en cuando -este domingo fue la cuarta vez que lo hace-, conseguir una etapa en el Tour de Francia.