Tino Zaballa se pone romántico

Tino Zaballa nos hizo recordar unos tiempos algo lejanos en el mundo del ciclismo, el de los aventureros que eran capaces de rodar muchos kilómetros en solitario y llegar a la meta. Momentos heroicos de este deporte, con nombres como los Fernando Manzaneque, Carlos Melero, Jesús Hernández Ubeda o Flequi Juárez, protagonistas de largas cabalgadas que recibían el premio de la victoria después de muchos sinsabores. En el ciclismo actual, esa forma de correr está acabada. Cuando no controlan los equipos con esprinters, lo hacen formaciones que arrasan tipo Liberty o Kelme, en esta Vuelta, o el US Postal en el Tour. No quedan ya tiempo, ni ganas, para el romanticismo. Zaballa, el corredor nacido en La Hayuela, un pueblo del Ayuntamiento de Udías, en Cantabria, es un especialista en fugas como las de este viernes, de esas que no llegan nunca, que mueren con la meta cerca. La perseverancia es su única alternativa, el intentarlo cuantas veces haga falta. El año pasado, una equivocación le llevó a levantar los brazos en la etapa de la Vuelta que finalizó en Las Rozas, cuando corría con el Kelme. Fue remontando grupos hasta que llegó al que él creía que iba en cabeza y cuando vio la línea de meta esprintó, levantando los brazos al ser primero de su grupo. Nadie le había dicho que Díaz Lobato iba delante y había ganado la etapa Un portento físico Rodeado de naturaleza por todos los lados, Zaballa estaba destinado a brillar en el mundo del deporte desde muy joven. En el colegio, en Cabezón de la Sal, practicó kárate y llegó a ser cinturón marrón. Los bosques que había al lado de su casa le incitaron a correr. Estuvo seleccionado con Cantabria y se pasó al fondo, al medio maratón. Con 17 años no podía correr maratones y tuvo que conformar con los 21 kilómetros. Llegó a ser campeón de Cantabria júnior de medido maratón, subcampeón en 10.000 metros y bronce en 5.000. Tenía tanta fuerza que fue a hacerse una prueba de resistencia a un centro médico y rompió la cinta en la que tenía que correr. Antes de meterse de lleno en la carretera hizo algo de ciclo-cross, para adaptarse a la carretera. Todo un portento físico que surgió de una escapada de veinte corredores en la que estaban Serrano, Cabello, Latasa, Eladio Jiménez, Félix Cárdenas, Iván Parra, Haimar Zubeldia, Garzelli, Laiseka, Garate o José Luis Arrieta, que se había formado en el kilómetro 24. No le gustó un grupo tan amplio y decidió irse nueve kilómetros después. Estuvo 112 kilómetros en solitario, mientras los líderes de la Vuelta pensaban en Navacerrada. Última estación La montaña madrileña será la última oportunidad para los escaladores, es decir para Santi Pérez, Paco Mancebo e incluso Alejandro Valverde, que van a hacer frente a una etapa selectiva, en la que podría pasar de todo. La clave la tiene Roberto Heras, el líder. Si responde a los ataques que le lancen, la Vuelta se jugará en la contrarreloj de Madrid, entre dos escaladores. Si Heras lo pasa mal, dejará la carrera totalmente abierta. La Vuelta se la podrían jugar en una contrarreloj dos ciclistas que no son especialistas. Roberto Heras, el líder, que conoce el terreno reconoce que «sacar tiempo es complicado». Otro de los corredores implicados será Alejandro Valverde, que ve «difícil conseguir hasta el podio». Esa etapa de la sierra de Madrid preparada para esta jornada, que fue el comienzo del fin del reinado de Isidro Nozal en la carrera hace un año -Roberto Heras fue uno de los beneficiados-, impone respeto, con la carrera sin margen de maniobra cuando se llegue a Navacerrada.