Diario de León

El desparpajo otorga a la Real Sociedad un punto en el Bernabéu

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Daniel Roldán - madrid
León

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El desparpajo de la Real obtuvo su premio en el Santiago Bernabéu ante un Madrid sorprendido por el atrevimiento de los donostiarras. Ya lo decía José María Amorrortu, técnico de la Real, los días previos. Hay que fijarse en los pequeños detalles, en lo que no se suele ver a primera vista, para vencer al Madrid en el Bernabéu. Todo desde una postura valiente, atacante, sin meter a los once jugadores al borde del área. Entre esas pequeñas cosas, estaban la presión de dos jugadores siempre a los blancos, el toque rápido y la velocidad. Tres armas que desconcertaron al Madrid. Ni el Albacete ni el Levante habían demostrado semejante desparpajo en la «galaxia». Pero tampoco desperdiciaron los donostiarras los tradicionales regalos madridistas. El primero, Samuel. El defensa argentino era un flan cuando se acercaban las huestes de Amorrortu. Y el Bernabéu contenía la respiración. El segundo, la dupla Roberto Carlos-Zidane. La autopista señalizada que el brasileño dejaba a sus espaldas fue bien aprovechada por Prieto y Zubiaurre. Además, el galo no cubría esa zona, pendiente de ir al centro para echar una mano a Guti y Beckham. Así, Roberto Carlos se encontraba con dos canteranos que no daban crédito a su suerte. Zubiaurre jugaba prácticamente como centrocampista, mientras que su colega pisaba constantemente la línea de cal abriendo la cancha. De ese costado llegaron todas las oportunidades realistas. Pero el Madrid despertó de su letargo. Aprovechó los huecos de la Real para acercarse a la portería de Riesgo. Peligrosa libertad absoluta Sólo Guti permanecía en su posición. El resto se movía con total libertad: Figo por la izquierda, Zidane por el centro y Beckham por la derecha. Los «galácticos» estaban cómodos con esa libertad, moviéndose por todos los lados con sus gambetas. Incluso Ronaldo se animó a salir de su hábitat natural para participar en el juego colectivo. Pero no se olvidó de su trabajo. El inglés le colgó un balón y, ante el único error de la defensa vasca, bajó el balón, se dio la vuelta y gol. Octavo tanto de Ronaldo y mano izquierda a la frente. Ese detalle no se les debía de haber pasado a los chicos de Amorrortu. Los equipos de García Remón se sintieron cómodos con la situación. En plural porque el once del entrenador blanco estaba completamente dividido, como si estuviera enfadado. Los cinco de arriba iban a su bola, sin bajar a defender, dejando sólo a Guti. Y lo aprovechó la Real, que no se había descompuesto con el marcador adverso. Insistió en sus trece, en su «manía» de tocar el balón, de buscar los espacios y la portería de Casillas. De esta manera, con tranquilidad, recogió lo sembrado, ante la indolencia de esa mitad del Madrid que se dedica a meter goles. Y la diferencia con el Barça aumenta a once puntos.

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