RIJKAARD
El director discreto en quien nadie confiaba
En las Navidades de 2004 nadie daba un duro por el holandés Franklin Rijkaard. Los resultados confirmaban que no se podía confiar en un entrenador que sólo había llegado a semifinales de la Eurocopa de Bélgica y Holanda con la oranje y haber descendido con el Rotterdam. Pero él no perdió la esperanza. En verano le dieron más fragmentos para su esquema. Y cuando todo encajaba, todo se fue al garete. La plaga de lesiones destrozó todo el planteamiento físico y táctico del Barcelona. Pero Rijkaard supo manejar el vestuario, modificar el esquema a marchas forzadas y contar con una plantilla de tan solo 16 jugadores del primer equipo. Rijkaard ha devuelto la tranquilidad y el juego alegre que tanto gusta al Camp Nou. Además, ha sabido concienciar a sus pupilos con ese tono bajo y educado que le ha caracterizado en sus dos temporadas en Barcelona y, sobre todo, ha dotado a sus jóvenes jugadores de ese carácter ganador que le llevó a la gloria con el Milan.