Diario de León

García Bragado y Mikel Odriozola intentarán rescatar hoy a España Triple salto para Walter Davis

El madrileño y el vasco pueden lograr en los 50 kilómetros nuevas medallas para la marcha

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Fernando Miñana - helsinki
León

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Jesús Ángel García Bragado es un anarquista del atletismo. Le gusta vivir sin jefes. Así ha sido siempre. O casi siempre. Es autodidacta. Él es su propio entrenador y pocos atletas dispondrán de uno de su experiencia. Hoy viernes, cuando se ponga en la línea de salida de los 50 km marcha, cumplirá sus séptimos campeonatos del mundo. Más que ningún otro español. Todo empezó hace doce años, en 1993, en Sttutgart, donde se proclamó campeón, donde él y otro marchador, Valentín Massana, lograron las dos primeras medallas de oro del atletismo español. Al madrileño le gusta ir a su bola. No tiene una hora fija de entrenamiento. Lo mismo sale de casa a las dos de la tarde que a las ocho, cuando está anocheciendo. Pero esa libertad no equivale a relajación, a falta de intensidad. «Cuando se pone, lo hace», aclara Josep Marín, responsable nacional del sector de marcha. Bragado es meticuloso, tenaz y fuerte. «Se entrena muchísimo», insiste Marín. Al madrileño tampoco le apasionan los periodistas. El día antes de la competición no habla con nadie. ¿Y después? Ya veremos. Pero nadie le dice ni mu. Aunque vaya por libre siempre cumple. Su historial en los Mundiales es admirable: un oro (Sttutgart'93), dos platas (Atenas'97 y Edmonton'01), una quinta plaza, una sexta y un abandono. En sus dos segundos puestos, además, sólo cedió ante el mejor marchador de todos los tiempos, el polaco Robert Korzeniowski. Su experiencia es enorme y conoce como nadie los secretos de la prueba más larga del calendario atlético. Los avituallamientos, vitales Por eso no perdona ni un avituallamiento. Puede beberse hasta diez litros de agua durante las tres horas y cuarto que dura la competición. Mikel Odriozola es más comedido con los líquidos. No más de cinco litros, seis a lo sumo. A partir del kilómetro cuatro ingiere entre 200 y 250 centilitros cada 2.000 metros. Él es el otro español que puede reactivar el medallero. Parece que la marcha está obligada, una vez más, a evitar el fracaso. El tercero en discordia, Santi Pérez, no estará debido a una rotura muscular. El guipuzcoano ha pasado un verano fresquito. Dos semanas en Benasque, otras dos en Font Romeu y tres en Navacerrada. Ha buscado la altitud para culminar su preparación, que concluyó en el Centro de Tecnificación de Pontevedra. Su mejor resultado fue el cuarto puesto del Europeo de Budapest. En los Mundiales, los cuatro últimos, y Juegos Olímpicos (Sídney) ha pasado de puntillas. Pero este año se ve fuerte. Él es el único intruso en el top-10 del año. El resto, chinos, que ocupan los cuatro primeros puestos, y rusos, los tres siguientes. Odriozola ha sido el octavo más rápido del año (3:41.47). Los principales rivales, por lo tanto, serán los chinos, los rusos Aleksey Voyevodin, Sergey Kirdyapkin y el joven Vladimir Kanaykin, quien a sus 20 años atesora una gran marca en los 35 km (2:23.17). No hay que olvidarse del letón Aigars Fadejevs y el polaco Roman Magdziarczyk. Odriozola cree que las «expectativas son buenas». El marchador no teme al frío y la lluvia. «Vivo en San Sebastián y vengo de Pontevedra». El español puede provocar una curiosa coincidencia, ya que hoy se cumplen 22 años desde que Josep Marín, su entrenador, se colgara la plata en esta misma prueba.

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