Diario de León

Un conflicto racial dinamita León Una situación muy difícil de reconducir sin decisiones duras

Una discusión el día de Luther King, que rozó la agresión física de Barnes a Barry, degenera en una guerra que el club intenta frenar con multas, pero no descarta cortar a algún jugador

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Carlos Frá - león
León

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El vestuario de Baloncesto León es un polvorín. Desde hace quince días se ha venido fraguando una situación insostenible que el club ha intentado ocultar por todos los medios e incluso ha intentado solventar a través del diálogo e incluso más recientemente con sanciones económicas, pero en estos momentos existe una fractura total en el vestuario del equipo, como pudo confirmar ayer este periódico. La pareja que ocupa las plazas de extranjeros -el alero Silas Mills y el pívot Lamont Barnes, ambos hombres de color- no tienen prácticamente ninguna relación con el resto de la plantilla, según fuentes próximas al equipo. Todo comenzó el pasado 16 de enero, fiesta de Martín Luther King, con una discusión en el gimnasio del Palacio de Deportes, entre dos estadounidenses, Barnes y el base-escolta estadounidense Scooter Barry -con pasaporte alemán porque su esposa es teutona-. Esas mismas fuentes aseguran que la discusión se fue calentando y que Barnes incluso estuvo muy cerca de agredir físicamente a Barry. Esa situación fue el detonante de una guerra entre los cuatro estadounidenses del equipo. Por una parte Barnes y Mills -hombres de color- y por otra Barry junto al pívot con pasaporte español Mike Higgins -ambos blancos y casados con europeas-. En principio el resto de la plantilla optó por mantenerse al margen pero a medida que avanzó el problema decidieron tomar partido por Barry y Higgins, y sólo por un tema de comportamiento de unos y otros, y en ningún caso por un tema racial. Y es que en el fondo del conflicto surgido también existen más aspectos. En general los estadounidenses en los equipos de baloncesto suelen vivir bastante al margen de sus compañeros. Es una pauta general de comportamiento, en parte por problemas de idioma y en parte por cuestiones de hábitos y forma de pensar. Y también existe un componente en todo este problema al que no es ajeno prácticamente ningún equipo y que en el caso de Baloncesto León tuvo su momento más duro con la pareja Byron Houston y Labradford Smith, ambos hombres de color. La raza negra tiene unas cualidades especiales para el baloncesto. Es algo conocido y sabido, y que los entrenadores reconocen sin ningún tipo de reparo. Pero esa situación conlleva una actitud en algunos jugadores de color conflictiva hacia sus compañeros. Son los mejores, lo saben, son los más potentes, apenas se lesionan, son los que más cobran... En pleno siglo XXI existen muchos jugadores que llegan a Europa y son ellos los que establecen reparos con un claro tinte racista a la hora de mirar a sus compañeros de equipo. Y eso les invita también a vivir más al margen del resto de la plantilla. Es un tema conflictivo, pero es un problema que surge habitualmente en los equipos y que estos intentan paliar, pero en el caso de Baloncesto León ha terminado por estallar, por lo que en principio era una discusión. Pero por detrás de todo esto existe también un problema interno del vestuario. El alero estadounidense Silas Mills es un jugador muy egoísta en su juego y eso molesta especialmente a algunos de sus compañeros. Y también es un hombre conflictivo en el vestuario, que no duda a la hora de abroncar a algún compañero por una acción de juego. Barnes cambió de amigos En toda esta situación se ha visto sumergido el otro estadounidense de color, Lamont Barnes, un hombre conflictivo, que sufrió una dura infancia y que la temporada pasada tenía como padrino a un Mike Higgins -con 38 años de batallas en el cuerpo- y como compañero habitual en la pista y fuera de ella a un Maurice Jeffers -alero también estadounidense que juega en Hospitalet- que fueron sus guías y sus apoyos durante un año en el que brilló bastante en la pista. El conflicto planteado por las nuevas influencias de Barnes le han llevado a tener un comportamiento mucho menos ortodoxo tanto en la pista como fuera de ella y, por su personalidad, ha sido el que ha protagonizado los peores detalles en las últimas semanas. Barnes entabló una intensa amistad con la estadounidense Andrea Gardner en otoño, cortada al deshacerse el Acis Incosa de ella precisamente por su caráctar conflictivo. Con todo este panorama el club venía tomando cartas en el asunto de forma callada, a través de expedientes sancionadores por los problemas extradeportivos, porque dentro de la cancha la actitud no ha presentado excesivos problemas. Conflicto en Palma de Mallorca El conflicto en el equipo vivió sus peores episodios en Palma de Mallorca, en el interior del vestuario en el descanso y al concluir el partido de la Copa del Príncipe. En el parón tras la primera parte Silas Mills se fue a la ducha mientras el entrenador Gustavo Aranzana daba instrucciones al equipo y el mismo alero hizo un gesto de desprecio al banquillo cuando fue cambiado a falta de tres minutos para el final. Incluso hay quien asegura que dentro de la cancha hubo gestos feos -de esos que sólo se ven desde dentro- y que desembocaron en un final explosivo con bronca interna. También hay quien asegura que durante la estancia al día siguiente en el hotel hubo gestos feos de alguno de los jugadores con pasaporte estadounidense hacia otros miembros de la plantilla, pero estos aspectos con difíciles de contrastar puesto que en el club nadie quiere confirmar nada. Posibles bajas En el equipo se buscan fórmulas para solventar la situación creada. En principio se confía en que el expediente sancionador comunicado este lunes a Barnes y Mills pueda ayudar a reconducir su actitud. Ayer entrenaron con normalidad ambos y sus agentes están al día de la situación creada, que desde el club sí se asegura que es muy difícil de reconducir. Nadie quiere confirmar ni desmentir nada, pero ante una situación de este tipo la única solución podría pasar por cortar a alguno de los jugadores o incluso a los dos si no se solventa este bache. En principio la opción de que uno abandone la disciplina de Baloncesto León supondría el final de la etapa de Silas Mills en el equipo, ya que se considera su situación más difícil de reconducir y su puesto más sustituible. La actitud de ambos jugadores durante los próximos días será determinante sobre su continuidad o no en el equipo. Mientras, la plantilla entrena con normalidad y espera al Huelva para el sábado en el Palacio

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