Diario de León

ECOS DE LA COPA

Un triunfo gestado en un autobús

Publicado por
ANTONIO AMADOR
León

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EL ESPANYOL comenzó a ganar la Copa del Rey ante el Zaragoza (4-1) en el autobús que le trasladó de su hotel al Santiago Bernabéu, según la confesión de su entrenador, Miguel Ángel Lotina, y de todos los jugadores, que conectaron con su afición de camino al estadio hasta el punto de que el autobús estuvo a punto de calarse. El trayecto fue tan breve como intenso: del hotel Hesperia, situado en la plaza de Gregorio Marañón, al Bernabéu, apenas un kilómetro y medio en el que la expedición del Espanyol comprobó que realmente podía ganar la Copa. Las fuerzas de seguridad cortaron el paseo de la Castellana para dejar paso al autobús del Espanyol. Pero sus seguidores jalearon de tal manera a su equipo que el autobús avanzó a duras penas. Y los jugadores, animados por el ambiente festivo y la ilusión de los aficionados, se soltaron: al ritmo de los argentinos (Pablo Zabaleta, Mauricio Pochettino y Martín Posse) y del uruguayo Walter Pandiani, el autobús se convirtió en una fiesta de cánticos y abrazos en la que todos participaron. Hasta Lotina, habitualmente serio y de semblante preocupado, se dejó llevar. Saltó, alzó los brazos y al grito de «vamos, vamos» contribuyó a que el autobús pareciese más el de unos colegiales festivos que el de un equipo profesional. Una hora y media antes del partido, el Espanyol comenzó a disfrutar verdaderamente de la final de la Copa, una fiesta anual que sobrevive pese a los destrozos del calendario. Llegó al Bernabéu media hora antes que su rival, el Zaragoza, y también saltó antes al césped para calentar. Luego, durante el partido, lo ya conocido: cuatro goles, euforia en las gradas y Tamudo levantando el trofeo. El Espanyol había llegado a Madrid el lunes, sin hacer demasiado ruido, a la sombra de un rival en mejor estado y con una trayectoria copera inmaculada, tras apear a Atlético de Madrid, Barcelona y Real Madrid. Se alojó en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas, buscando el sosiego de las afueras de Madrid. Y finalmente, al igual que en tantas otras ocasiones, la Copa premió al menos favorito. Sólo en un torneo como este caben situaciones así, en las que todo el trabajo táctico del entrenador queda sepultado por la ansiedad festiva de 23 jugadores entusiasmados de camino a un campo de fútbol.

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