Diario de León

Raúl volvió al once titular pero firmó una noche en blanco

Trabajó como siempre pero cuando el juego sube de revoluciones le cuesta mucho

Publicado por
Andrés García - hannover
León

Creado:

Actualizado:

El teléfono móvil de Raúl registró más llamadas y más mensajes de los habituales. Había una explicación. Ayer martes cumplió 29 años y horas más tarde tenía que disputar con la selección un partido trascendente en el que tenía un papel de actor principal. Avisó en la víspera que no habría celebración, que la posponía hasta que España pasase, como mínimo, el cruce de octavos o de cuartos. En el hotel de concentración hubo mucho trasiego. La visita de algunos familiares, la recogida de entradas encargadas al contacto más fiable y la visita de la cúpula directiva a la hora de la comida para arropar al equipo. Fue ahí donde Raúl se vio obligado a abandonar por unos instantes su 'retiro espiritual' para recoger el regalo de cumpleaños de la Federación. Un reloj de marca, de los que valen más de un puñado de euros, con una inscripción conmemorativa. El autobús de España llegó al estadio a las siete y veinte y el capitán fue de los primeros en bajarse. Con cara risueña, concentrado y escuchando música en un diminuto aparato electrónico de última generación. Se marchó directo al vestuario y no quiso soltar los nervios previos con el paseíto de rigor al campo. Se quedó en la caseta. Cumpliendo con la liturgia de ponerse el mono de trabajo. Saludo frío con Zidane Sí apareció el primero por la bocana del vestuario para realizar el calentamiento. Besó el suelo con dulzura, se santiguó y comenzó a corretear por el verde para comprobar las primeras sensaciones sobre la hierba. Acompañó los pasos iniciales con un saludo al sector rojo, en el que la afición rompió en una sonora ovación a sus jugadores. El partido ya había empezado para él. Dirigió el calentamiento sin cruzar una mirada al rival que se movía al otro lado del campo. Allí estaban viejos y actuales conocidos, como Makelele y Zidane. Ni los miró. Sólo hubo un reencuentro más duradero. Fue con 'Zizou' en el sorteo de campos. El saludo fue frío. Distante y rápido. «Raúl, suerte», se pudo leer en los labios del francés mientras se daban un leve abrazo. El capitán estaba ante un partido que se podía convertir en un futuro plebiscito. Lo sabía desde que España se clasificó para octavos y quedó emparejada con Francia. Luis Aragonés, después de dos encuentros a la sombra, lo rescataba y lo entregaba el papel de siempre. El de capitán con experiencia. No fue fácil el desarrollo del juego para sus intereses. Francia apenas dejó huecos en el medio del campo y siempre estuvo rodeado de contrarios con un perfil físico muy superior al suyo. A pesar de esa inferioridad, buscó la espalda de Vieira o de Makelele con el objetivo de dar el último pase. No fue posible y tuvo que retrasar su posición varias veces.

tracking