El valor del talento frente al músculo

En pleno apogeo del músculo, cuando la fortaleza se cotiza al alza y las raquetas ansían el perfecto equilibrio entre la velocidad y la potencia, Justine Henin-Hardenne ha relativizado los nuevos principios que auxilian a las nuevas atletas para salir de Madrid doctorada como 'maestra' y como incontestable dominadora del tenis femenino mundial en el curso que termina a base de talento. La tenista de Lieja apenas levanta 167 centímetros del suelo y casi nunca sobrepasa los 57 kilogramos. Trazos distantes de los brazos armados que meses atrás ofrecían las hermanas Venus o Serena Williams o la francesa Amelie Mauresmo, su víctima más reciente. O de la esbeltez que delatan la 'glamurosa' rusa Maria Sharapova o su compatriota Elena Dementieva. Henin Hardenne está al margen de esos asuntos. Distante del reclamo social y popular que demandan sus rivales y permanentemente ausente del encanto de las pasarelas. La belga, sin embargo, juega como nadie. Es una cuestión de talento. El que le ha convertido como dominadora del tenis mundial. Anda feliz la jugadora de Lieja, de veinticuatro años. Con su primer Sony Ericsson Championships bajo el brazo para redecorar el curso más completo de su carrera. En el Madrid Arena ha terminado con los mitos y ha saldado cuentas con sus adversarias. Especialmente con Mauresmo, la que le privó de la conquista de dos de los cuatro grandes. Wimbledon y Australia, que abandonó la belga retirada. De paso, ha equilibrado la relación de duelos.