La afición local acabó enojada con los suyos

Con el de ayer son ya seis los partidos sin ganar para un Real Murcia diseñado y concebido con la única idea de lograr el ascenso a Primera División. La ciudad lo merece y además ahora cuenta con un estadio que es la envidia de la categoría y por el que suspirarían incluso varios equipos que militan en la llamada «Liga de las Estrellas». Por eso no es fácil digerir dos derrotas consecutivas en su campo, ante Poli Ejido y Valladolid, además del empate a última hora y conseguido en propia puerta por Iker Begoña en el último partido disputado en Lorca. Ayer llegaba un víctima propiciatoria como la Ponferradina para servir de bálsamo a sus males. Nada de eso, el empate de los bercianos que incluso pudieron ganar (y también perder) hizo más sangre en la herida de los granates que ven cómo se escapan los primeros clasificados. El público reaccionó con ira a gritos de «fuera, fuera», viendo cómo sus jugadores eran incapaces de superar el cerco dispuesto por Pichi Lucas en el centro del campo. De seguir así, otro Lucas, Alcaraz, podría tener serios problemas.