Diario de León

Luchísticas reflexiones veraniegas del luche

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MARRO
León

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NO BUSCAMOS el ir contracorrie nte por sistema, en plan llanero solitario cazurro y repartiendo mandobles recreándonos en la quijotesca figura de un Don Suero versión siglo XXI; ni pretendemos ejercer de conciencia crítica de la lucha, ni tan siquiera de mosca cojonera. Pero tampoco nos importa en demasía tales imputaciones de seudoprotagonismo. Ahora bien, ¿sirve de algo este denunciar buscando espolear¿? Cierto que al fin, y a fuerza de insistir, algunas de nuestras luchísticas reivindicaciones históricas han ido siendo atendidas en el tiempo; que no en tiempo y forma. Vervibracia, corromóvil, reloj electrónico y lucha femenina. Sólo que con lustros de retraso y en base a soluciones -apaños- incompletas. Ni el corromóvil lo es de forma integral (carpa ó rulot vestuario/ peaje/ ducha/ enfermería o similar con incorporación de mesa presidencial/ jurado y demás, servicios higiénicos para los espectadores¿); ni el tamaño del cronómetro es homologable a cualquier equipamiento deportivo ni la competición de lucha femenina cuenta con una participación mínimamente digna. Incidiendo en la recurrente presentación de los corros, no es cuestión de catastrofismo tremendista por nuestra parte, ni de quimeras de refinado marketing. Se trata de observaciones y alternativas un tanto obvias. Ni más ni menos que las que obtendría cualquier espectador -digamos- neutral, con una mentalidad deportiva adaptada a cualquier deporte y que se sentiría desazonado en esa su sensibilidad deportiva. Omitir estas observaciones sería prestarse a hacer el juego al folklórico «guapo aluche»: guapo paisaje del entorno, guapa temperatura, guapas devociones/ tradiciones/ costumbres ancestrales¿ y obviando el componente deportivo del «guapo arbitrar o las guapas mascaduras». Y sin considerar aspectos técnico-luchísticos tan básicos como el concepto de pasividad (en modo alguno puede ser penalizable uno solo de los contendientes puesto que si el otro atacó no existe combate pasivo), las inscripciones sobre la marcha del corro (sin cierre general antes de la hora programada para el arranque del corro), la mínima atención competitiva hacia la lucha de Base y Juvenil. Pero así de trasnochado, caduco y obsoleto es «el aluche (el luche, los aluches, los luches, la luche) de la boina». Así de folklórico¿ y extradeportivo. En bastantes aspectos, la imagen que dan los corros actuales es como la de hace cincuenta años. Imagen caduca del caduco «aluche de la boina». Contrapuesto a una lucha leonesa, cuyo feliz y próspero horizonte sólo perciben los felices perceptores directos de los beneficios directos de esta tesitura. Esa columnista lo ve así y lo refleja alejándose de componendas e intereses más o menos espureos (económicos y de todo tipo). Otros cobran y figuran. Este columnista ni cobra ni figura y encima le cuesta su defensa neutral e independiente de la lucha leonesa. De la lucha leonesa, no del sucedáneo aluchero. La independencia de verdad no consiste en no tener criterio, ni en refugiarse en posiciones equidistantes, sino en mantener una línea propia, la que sea, sin depender ni someterse a esas estrategias de grupúsculos, ni practicar obediencias debidas. Pero, en cualquier caso, no pasa nada; todos somos libres de disgustarnos o mostrar contento con aquello que mejor nos parece. No se sabe donde puede ver alguno ese estado floreciente de la lucha leonesa actual que predican exaltadoramente. Como no sea que «se organizan (?) tantos corros» (demasiados o demasiado seguidos). Su criterio valorativo se atrofia deslumbrados por lo del mucho público y muchos (demasiados?) corros. Cuantitativo todo ello, pero ¿y lo cualitativo, la calidad organizativa y demás? Eso en cuanto a la labor -digamos- de campo, puesto que de lo gestional de despacho mejor ni mencionarlo. Estructuras e infraestructuras, investigación, debates, marketing/ merchandising/ mercadotecnia, relaciones públicas y proyección exterior, centro de tecnificación, Fundación Lucha Leonesa¿ En suma, proyección de futuro. Cambio de tercio, las también recurrentes lesiones. Y bien que lamentamos la recurrencia. No sólo la estadística de lesionados a la que aludíamos semanas atrás. ¿Y la estadística de «les con secuela de deserción»? A docenas. Por cierto, se nos vendió federativamente la idea de la desconcentración-descongestión de corros para aumentar el riesgo de lesiones (¿más aumento todavía?) Pues 5 ó 6 corros en una semana¿ Se han de tener criterios claros y firmes. Si se anuncia se ha de ser consecuente con lo anunciado. Reflexión final. A lo que se desprende, o más bien a lo que no se desprende -a efectos prácticos-, nos sigue yendo el atribuido papel quijotesco de llanero -ribereño- solitario. Aún en lo literario, «luchar contra lo imposible es torpeza mientras que hacerlo contra lo difícil es grandeza». Lástima de nuestra incapacidad revulsionadora.

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