Diario de León

Los ecos de un gran duelo

Montaña-Ribera: siempre viva la llama de la lucha

La pugna tradicional entre ambas comarcas mantiene los mayores valores de los aluches

Los ganadores del gallo en el Montaña-Ribera posan orgullosos con el trofeo

Los ganadores del gallo en el Montaña-Ribera posan orgullosos con el trofeo

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A. Bardal - león
León

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«Caerá el más pequeño y saldrá contra el vencedor otro un poco más grande¿». Esta línea se integra en los fragmentos de la obra «Los Luches», de H. García Luengo (publicado en la revista Isis, León, 1910), que recogía José Antonio Robles Tascón en su tesis doctoral, La Lucha leonesa o aluches¿ (Universidad de León, 2000). En ella expresa el doctor Robles, más conocido por su nombre de guerra, 'el Elegante': «Los retos y desafíos más memorables y de mayor emoción fueron, desde y para siempre, los que provocaron los enfrentamientos de montaña contra ribera. La delimitación de estas dos zonas, antagónicas desde siempre, no estaba muy definida y cambiaba de unos encuentros a otros. La delimitación que poco a poco se fue imponiendo y se respetaba (por ser bastante objetiva) establecía una línea separadora para el norte del tren hullero de vía estrecha como montaña y para el sur como ribera¿». Alguna otra noticia consta, como la de un curioso «Reglamento» de la Lucha redactado en Vegaquemada por 1954, sobre divisiones de Montaña-Ribera. En todo caso, siempre ha estado viva, y subyace en la más profunda esencia de los aluches, la pugna y caracterización de las dos grandes comarcas. Tiempo hubo, incluso, en que desde los propios medios de comunicación se mantenía una particular «contienda» Montaña/Ribera en la información sobre la Lucha, como ocurriera en aquellos años 50 del Proa, con Carmelo Hernández Moros (genial «Lamparilla») entregado a la Ribera, especialmente a La Sobarriba, por la que era manifiesta su querencia, y Olegario Rodríguez Cascos, a su vez volcado en su Montaña. «Partidos» de la Lucha que hubieron de verse marcados, desde los más remotos tiempos, por cuestiones a las que necesariamente se vinculaban las vidas de nuestras gentes, pastores de las montañas, campesinos de las vegas. Desde los primeros planteamientos estructurados, «formales», de la Lucha leonesa como deporte moderno, se recoge esa esencial caracterización, como queda patente en las «selecciones» de Montaña y Ribera que acuden a los Provinciales o corros de San Juan a partir de medados de los años cuarenta. Con todo, fue iniciativa de la «Agrupación Provincial de Lucha Leonesa» la puesta en marcha, hecha efectiva en Villafañe aquel 23 de septiembre de 1984, de un corro «a la antigua usanza», donde el vencedor se mantuviera retando a sus oponentes hasta ser derribado, con premios en especie y no en metálico. Olegario Rodríguez Cascos y Camino Gallego Provecho daban pormenorizada cuenta de aquel primer «Montaña/Ribera» en su ingente ¿Hay Quién luche? (1985): «Aquel corro lo abrieron Argimiro Rodríguez, de San Cipriano del Condado por la Ribera y Javier Alonso, de Valbuena del Roblo por la Montaña. En pie quedó en el corro Donato Sánchez de Prioro, llevándose el cordero de campeón.» El mazapán también reconocía al quien más rivales había tirado: en aquel día de Villafañe, Saturnino Miguélez, el entrañable «Satur» de Mansilla Mayor, dio por tierra con 5 montañeses. Alguna diferencia tenía aquel primer enfrentamiento al modo tradicional con la más reciente fórmula, reconociéndose campeones individuales por peso, aún peleando el vencedor del peso inferior en el superior en defensa de su derecho, lo que pudo propiciar en aquella ya histórica ocasión que el ribereño José Antonio González (Barrillos de Curueño) fuera campeón de su peso medio y del superior, pesados, en el que se deshizo de todos sus rivales montañeses. Pero, en definitiva, éste fue el arranque de una de las celebraciones de la Lucha leonesa que más alto grado de entrega, interés, emoción y feliz resultado alcanza cada temporada, como bien se pudo constatar en Boñar éste sábado. Costaba creer que eran ya seis los años que la Montaña venía imponiéndose consecutivamente en el Gran Corro Tradicional, desde el que tuviera lugar en el pabellón de Pinilla en el 2000. Siguieron a éste los celebrados en el Palacio de los Deportes de la capital leonesa, con el hoy Presidente de la Federación, 'Ché' Escanciano y sus «pericias» como protagonista señalado, hasta llegar al de 2004 en que sobrada estuvo La Montaña con Eduardo, 'el Oso' de Pallide, para llevarse el gallo sin agotar el recurso a sus últimos pesados. En 2005 se decidía trasladar la celebración del Corro a las comarcas de la Lucha, alternando Montaña y Ribera. Ese año fue Cistierna , donde,con alguna especial tensión, volvían los montañeses a proclamarse campeones. Y siguió Mansilla de las Mulas, en su Feria de San Martino del pasado 2006, con el resistente 'Morín' haciéndose «el mejor gallo del corral» (que dijera C. Sadia). No podía ser tan larga la travesía, no podía prolongarse ya más la sequía, y, ésta de 2007 ha sido la oportunidad que, en manos de Alberto Rodríguez, 'Faraón' de Villaquilambre, pusieron los dioses ástures (que dicen nunca, sabiamente, tuvieron nombre) para recobrar el puesto de mayor honor en ese tan especial altar de lo sagrado leonés que señala a los vientos un humilde y mítico gallo. Vuelve a la Ribera el orgullo que se añoraba desde los dominios de Julio 'el Helicóptero', José Luis 'el Chopo', Jorge Yugueros,¿Curiosamente, dada la señalada fórmula tradicional de competición, desde el más pequeño, adquieren en este Corro toda su importancia esos luchadores de la máxima categoría, del peso mayor, que no tienen en otras ocasiones oportunidad de reflejar, de forma, tan señalada, su valía. Curiosamente, también, ha sido en este más tradicional de los corros de los aluches en los que han quedado patentes entrega, valor, calidad y grandeza de quienes no venían siendo «tradicionalmente» consideradas: nuestras luchadoras, como la menuda e inmensa Miriam Marcos. Realmente, muchas de las más valiosas cualidades de la Lucha afloran en este especial Corro y merecen ser tenidas en cuenta, en justo valor, para todo, tanto, como necesariamente necesita mejorarse cada día, mientras un gallo llame a defender valor y honor de Montaña y Ribera leonesas.

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