Diario de León

García Reneses: «Seguro que no vamos a repetir el partido de Estados Unidos»

La selección alcanza la segunda final olímpica tras un duelo de enorme desgaste mental

Los jugadores españoles celebran la victoria en semifinales de su equipo ante Lituania

Los jugadores españoles celebran la victoria en semifinales de su equipo ante Lituania

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Jorge MuñoaJorge Muñoa - pekínpekín
León

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Los júnior de oro, campeones del mundo de la categoría en Lisboa 1999, condecorados en varios Europeos y ganadores del Mundial de Japón 2006, derrotaron por quinta vez consecutiva a Lituania -contando amistosos y partidos oficiales- y aseguraron la plata olímpica, el hito de la maravillosa selección de Los Angeles'84, para soñar con dar un pasito más en la final del próximo domingo en Pekín, a las 8.30 horaespañola. España sufrió lo que no sabe nadie, aguantó un incesante acoso de los bálticos de esquina a esquina del campo, en ataque y en defensa y, con los dientes apretados, se alzó con una victoria impresionante, histórica y que honra como deportistas, compañeros y baloncestistas a sus jugadores. Los campeones del mundo se toparon con lo previsto: un rival aguerrido, sin complejos físicos, más bien todo lo contrario, dispuesto a pasear el músculo -sobre todo, para contener a Pau Gasol- y con una efectividad desde el perímetro matadora. Se toparon con un hueso muy, muy duro de roer. Tampoco podía ser de otra forma en las semifinales de unos Juegos. España acusaba la fiereza defensiva de los lituanos frente a la canasta, más que nada, porque desaprovechó además algún que otro tiro libre y, en ese apartado, Lituania carburaba como una máquina (ocho de nueve en el paréntesis; dieciséis de diecisiete al acabar el tercer tramo). Sin embargo, tanto Javtokas como Lavrinovic supieron resguardarse de las personales en el tercer cuarto. El segundo, incluso anotar una jugada con triple y personal a seis segundos para el cierre del corte (62-66), huérfano de noticias procedentes de Pau Gasol, pero repleto de titulares sobre Felipe Reyes, un bastión inmenso, sutil pero rotundo, inagotable, vital, indispensable y salvador. El asalto, por otro lado, echó un poco más de presión sobre Javtokas y Lavrinovic, que terminaron con la guadaña rozándoles el cuello (cuatro faltas cada uno). España había pasado el peor trago, el goteo de puntos arriba y abajo para uno y para otro, la tensión máxima. Y, como siempre, Pau Gasol también anunció su presencia para batirse en la traca definitiva. La línea interior báltica sufrió la primera baja por las faltas -Petravicuis- a los 32 minutos. Y España, con los riñones de Reyes y Carlos Jiménez colorados de tanto pelear -impresionantes ambos-, puso la directa hacia la final. El seleccionador español, Aito García Reneses aseguró que el equipo español no dará la misma imagen en la final que la que dio frente a Estados Unidos en el partido de la fase previa. «Ante Estados Unidos tenemos algún porcentaje de posibilidades de ganar. No sé si el 2 ó el 11, el 50 ó el 90 por ciento, pero es seguro que no vamos a repetir el partido que hicimos en la fase previa. Vamos a jugar como contra Grecia, Croacia o hoy contra Lituania». Estados Unidos participa en Pekín 2008 con un equipo que es el favorito número uno para ganar el oro, pero Argentina, campeona olímpica de 2004, sacó ayer a relucir la cara humana del cuadro estadounidense y marcó el único camino que España puede tomar si quiere mejorar la plata que ya se ha metido en el bolsillo. Un parcial de 0-18 en cuatro minutos, los transcurridos entre el cuatro y el ocho del primer cuarto, o dicho de otra forma, a las primeras de cambio, sin conceder el más mínimo margen, estuvo a punto de destrozar la segunda semifinal del baloncesto masculino de Pekín 2008. Pero Argentina regaló al baloncesto olímpico un auténtico derroche de orgullo y compromiso colectivo, en suma, de baloncesto y honestidad deportiva, aparte del castigo anotador infligido por los estadounidenses al aro albiceleste.

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