Diario de León

LA CULTURAL IMPOSIBLE

&laquoEntre las anécdotas recuerdo que una vez tuvimos que llegar a dedo a la ciudad en la que jugábamos&raquo

Vicente Mantecón Alonso no es del Madrid ni del Barça, sino del fútbol. Y en el mejor de los casos, de la Cultural. Allí jugó. Y en el Osasuna, el Orense, el Almería. Es decir, un trotamundos del fútbol heroico de la España

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Socio 158 de la Cultu. Y su mujer, el seiscientos y pico. La Solera, su bar, en la plaza de las Cortes Leonesas, es un centro neurálgico de la futbolería con incondicionales. Allí, por ejemplo, el inolvidable Chencho, periodista de esta casa, culé impenitente, veía los partidos del Barça junto a una parroquia que más que de un equipo determinado es del deporte visto y hablado. En una de las puertas de La Solera (porque como buen templo futbolero tiene dos), en la que da a las Cortes, nada más entrar a la derecha, en la barra, hay un cenicero que un día se convirtió en el cenicero amuleto de Juan F. Pérez Chencho en sus tardes de fútbol. El cacharro en cuestión hubiera pasado desapercibido sino hubiera sido porque llevaba el escudo del Barça. Vicente Mantecón lo cuenta con cariño, humor y nostalgia. Su mujer lo compró y cuando observaron el asunto de merchandising culé, pensaron en retirarlo, pero en manos de Chencho se convirtió en un objeto a recordar ahora y que, por supuesto, allí está en la esquina desde la que el periodista veía el fútbol. El sitio de Chencho. Puede que allí viera el regate que le hizo Romario a Alkorta, y del que éste último aún anda intentando rehacerse, o aquel gol de Ronaldo en Compostela que fue un improvisado record de sesenta metros metros lisos con balón, o, por supuesto, la magia y precisión de Koeman para ganar la Copa de Europa. Seguro que Chencho vio muchos más goles y que los recordaría mejor. Tal como lo contaba cuando marcaba goles de palabras por la escuadra de este periódico.

Mantecón dio sus primeros pasos, los de la vida, en el barrio de San Esteban, en donde nació en 1946. La calle era la cancha y en el equipo juvenil del barrio, el San Esteban, comenzó ya de central. Había gusanillo futbolístico y, «pon su nombre», insiste y como lo dice un central ahí va: fue Macario Machín Martínez quien contribuyó decisivamente para que aquel joven que no lesionó a nadie diera el salto al Júpiter Leonés, el equipo de los sueños de fútbol de los que empezaban. Pasó al primer equipo de León, la Cultural, en 1965. Y jugó tres años en un momento ascendente. De hecho, en la temporada 71-72 se produjo el ascenso a segunda división. Pero a Mantecón eso le pilló ya fuera. Y en todos los equipos en los que estuvo conoció esa categoría antesala de los Bernabéu, Nou Camp y demás. Pero siempre lo hizo con un ojo puesto en el equipo de su tierra. Con cariño y agradecimiento. Su titular indiscutible es: «Soy un agradecido del fútbol y la Cultural». Un día fichó por La Solera y hasta hoy.

_¿En qué momento el fútbol y ser futbolista se convierten en su objetivo de juventud?

_Tenía un primo que jugaba al fútbol y, de alguna manera, me animaba a ello. Pero, como todos los chavales, me pasaba el día jugando en la calle. Entonces, salías de casa y te ponías a jugar al fútbol al momento. Luego, en los Maristas, lo mismo. Hasta que después de algún tiempo comencé a jugar en el San Esteban, equipo de mi barrio.

_¿Cuál era el campo callejero de entonces?

_Había varios sitios y todos, porque la calle era para jugar. Me acuerdo de jugar enfrente de los cuarteles de Almansa o en Eras de Renueva. Recuerdo, también, que iban a jugar los franciscanos con sotana y se ponían descalzos. Yo, alguna vez, cuando necesitaban alguno me sumaba al partido y jugaba descalzo.

_¿Siempre jugó de central?

_Sí. O de medio de cierre o de central. En el club Júpiter tuve la suerte de aprender mucho con Cachús y Morán, que me animaron a ser futbolista. Después, en la Cultural, con los hermanos Fernández Rabanal al frente, también tengo que destacar lo bien que me trataron.

_Siempre demuestra una gran satisfacción y agradecimiento por haber sido futbolista. ¿Por qué?

Porque el fútbol es la mejor profesión del mundo. No conozco a nadie que haya sido futbolista y no le haya gustado. Y encima te pagan-¦

_¿Y qué le parece el dineral que se paga ahora?

_Son circunstancias diferentes. En mi época te daba para vivir bien y, si ahorrabas, para pensar un poco en el futuro. A mi me dio para poder comenzar con La Solera y, por eso, me siento muy agradecido.

_Los viajes serían diferentes también, ¿no?

_No había aviones ni nada de eso. Recuerdo que una vez se nos estropeo el autobús que nos habían regalado los leoneses que vivían en México y tuvimos que llegar a dedo a la ciudad en la que jugábamos.

_¿Qué hay que hacer para que la Cultu suba alguna vez?

_Puede que para que la Cultu suba haya que hacer lo que se está haciendo este año. Este año se están haciendo las cosas bien y no hay unas individualidades que destacar en el seno del equipo, pero hay filosofía de equipo. Sin una idea de equipo no se va a ninguna parte. A mi me gustaría que este año se subiera por sentimiento y por la gente de la directiva.

_¿A qué jugadores admira?

_Admiro al futbolista y a la persona, porque es tan importante una cosa como la otra. Tuve la suerte de jugar con grandes jugadores. Son muchos. Piñán, Mantilla, De la Cruz, Calo, O Vallejo, Félix, Tate, Marianín, Ovalle... Son muchísimos.

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